17. CUENTO DE INVIERNO. MERCEDES MARÍN DEL VALLE
Hiedra salió una noche buscando la luna, pero no halló rastro del satélite.
El gato Canela se interesó por ella, sabía que le dejaba raspas de pescado en un derrubio cercano. Él tenía un sexto sentido, además de siete vidas. Se sentó a su lado y buscó la luna también.
Era gracioso ver como movían sincrónicamente sus cabezas.
Después de un rato decidieron volver a casa. Era tarde. Hiedra lo miró para despedirse. Él vivía dos puertas más arriba. Cuando puso el pie en el último peldaño, Canela balanceó su cola erguida, mirándola insistentemente.
Salieron de nuevo y caminando en paralelo se dirigieron al parque.
Hiedra de pie, envuelta en su bufanda, insistía en su búsqueda. Canela, subido a la cima del tobogán estiraba el cuello de tal manera que, contra todo pronóstico, perdió el equilibrio y bajó acelerado por la pendiente metálica. Hiedra se asustó tanto al escuchar el maullido agudo del gato que, aunque la situación era un tanto cómica, corrió evitando que se estrellara contra el suelo. Lo apretó fuertemente. Sus corazones latían, al unísono, agitados.
Una luz misteriosa realzó la belleza del momento. En un charco cercano, la luna, sigilosa, bebía agua de lluvia recién caída.
Hay escenas que bien pudieran resumir una vida, llenas de contenido, merecedoras de ser inmortalizadas en una fotografía, un buen cuadro o una escultura, o incluso, en una composición musical. Ese abrazo de hombre y gato, dos seres distintos, pero también dos almas gemelas, implica amor, generosidad, compañerismo y entrega. Ambos se comprenden y, lejos de emplear su tiempo en asuntos prácticos, lo dedican a algo tan poético como buscar la Luna.
Un relato lleno de encanto, con una frase inicial que anticipa una buena historia e incita a seguir con la lectura. Con un lenguaje sencillo, pero no por ello menos cuidado (yo no conocía la palabra «derrubio»), se entreteje una historia de amistad y destinos comunes, contada con mucho oficio, que se lee con agrado.
Un brazo y mucha suerte, Mercedes
Hola Ángel, me alegra ver que te ha gustado el cuentecillo. Derrubio es una palabra muy asociada a Geología, materia cercana para mí. Dice una amiga mía, que en mis escritos siempre salen términos o expresiones relacionadas con las Ciencias. Me siento orgullosa por ello.
En el cuento podría haber sido más apropiada otra palabra, por ejemplo, escombros, pero me gustaba esta más y me he permitido la licencia.
Gracias Ángel. Un abrazo de enero. ?
Has creado una historia llena de poesía y encanto realmente bella, por la forma, mensaje y cuidado lenguaje empleado.
Suerte y feliz 2020
Hola María Jesús, FELIZ AÑO NUEVO. Me encanta que te guste el cuento. Te lo presto, y, siempre que lo necesites puedes relatarlo como si fuera tuyo. Estaré encantada.
Muchos besos y feliz tarde de enero.
Hola, Mercedes.
Un cuento muy tierno para empezar el año, con frases muy logradas como la que cierra el relato.
Feliz año y mucha suerte.
Hola Barceló. Feliz año nuevo. Muy grata tu visita y tus palabras.
Deseo que hayas pasado unas felices fiestas y que te hayan dejado muchas alegrías los REYES MAGOs. Un abrazo y mil gracias.
La belleza de esa complicidad que rodea a ambos protagonistas, trasciende la raza, el color, la piel, etc. Digamos que también nos hace conscientes de hasta qué punto están conectados el uno a la otra: el gato a la niña y como buenos amigos se cuidan mutuamente.
Un cuento enmarcado en una prosa un tanto poética y sin grandes elocuencias, pero muy tierno.
¡Felicidades! Mercedes, me gustó la lectura.
Un abrazo.
Hola Milagros ¿Cómo estás? deseo que hayas pasado unas bonitas fiestas.
Efectivamente, he tratado de hacer un cuento sin grandes elocuencias, un cuento de los de siempre, de los que pueden leer los adultos y ser contado a los niños, un cuento para una tarde de invierno.
Un abrazo Milagros y muchas gracias por tus palabras. Ven siempre que quieras. Besos.
Poético, muy poético, de los que te dejan dulzón el corazón. Estupendo.
Gracias Maite. Feliz noche de febrero. Un abrazo.