100. DE AQUELLOS POLVOS, ESTOS LODOS
A las niñas hay que instruirlas desde pequeñas, para que le cojan pronto el gusto a este arte. Las primeras nociones se las damos en la escuela, entrenándolas en inocentes juegos con sus compañeros de clase y cuando intuimos que están preparadas las adiestramos para la caza mayor.
Cada una de nosotras toma a su cargo un pequeño grupo y las sacamos al atardecer a peinar la ciudad. Nuestros objetivos preferidos son los hombres que regresan del trabajo, buscando el refugio de sus casas antes de que llegue la noche. Cuando la jefa de grupo detecta un ejemplar solitario lo apunta en silencio con el dedo. Entonces las neófitas se lanzan al ataque, amparadas por la superioridad numérica; persiguen a su presa y la acorralan en un callejón sin salida, hostigándola hasta el límite del pánico, abatiéndola sin piedad.
Estamos orgullosas de ellas. Son las elegidas para perpetuar nuestra casta, porque las que han probado el sabor de la adrenalina ya no pueden parar.
Las más viejas aún recordamos el terror de los tiempos pasados y nos despertamos sudorosas por las noches, en medio de pesadillas en las que las víctimas somos nosotras.
«De aquellos polvos, estos lodos» y «quien siembra vientos recoge tempestades». Los refranes siempre son sabios y el primero le viene como un guante a tu relato. Tras una historia entera vergonzante, en la que las mujeres han sufrido un papel secundario, en el mejor de los casos, y en el peor no lo quiero ni decir, han dado como resultado una respuesta directa, organizada y violenta contra la otra parte de la humanidad que las ha mantenido oprimidas. La violencia nunca es buena consejera ni es una respuesta aceptable, pero la rebelión contra la injusticia siempre ha estado presente en la humanidad. Confiemos en que antes de llegar a ese extremo hombres y mujeres alcancen una igualdad verdadera.
Un relato reivindicativo, en el que no se nombran los motivos que mueven a tus personajes, pero se entienden a la perfección.
Un abrazo grande, Asun. Suerte
Responder con violencia a la injusticia nunca es lo deseable, como bien dices. Cuando la violencia se aplica en grupo contra una persona indefensa como representante de un colectivo al que se odia o cuando menos, se desprecia, se cometen atrocidades como las que estamos acostumbrados a ver a diario. No por cotidianas son menos terribles. Yo también confío en que algún día la igualdad entre sexos sea una realidad completa y universal, pero me temo que ese día aún está lejos. Muchas gracias, Ángel. Un beso.
Hay algunos «deportes» que no deberían practicarse nunca, independientemente de quienes sean el cazador o el cazado.
Gracias por tu comentario, Juan. Un abrazo.
Vaya manera de darle la vuelta a la tortilla, Asun. Pone los pelos de punta, solo de pensarlo, pero… es un gran relato.
Suerte y abrazos,
Estoy de acuerdo contigo en que la atmósfera del relato es espeluznante. Por desgracia estas situaciones dejan de ser ficción cuando las acosadas son las mujeres, y tenemos dolorosos ejemplos no solo en otras culturas sino en nuestro propio entorno.
Gracias por tu comentario, Anna. Un abrazo.
Sabemos que estas guerreras rebosantes de adrenalina, no existen. Quizás la pieza a cobrar sea otra, demasiada violencia contra las mujeres y poca justicia…puede ser que tanta vida truncada, abra otra veda.
Mucha suerte y un besazo.
Las partidas de caza que imaginé son el equivalente femenino a otras que se han especializado en ejercer violencia sexual sobre las mujeres. En ciertos países son bastante habituales.
Aquí tenemos un caso reciente tristemente famoso. Lo ideal es que la justicia se imponga por medio de la razón, pero este micro me ha salido un poco salvaje. Gracias por tu comentario. Nos vemos muy pronto. Besazo para ti también.
Muy conseguida esa atmósfera a medias entre el señor de las moscas y los niños del maíz, Asun. Espeluznante relato que esperemos sea para siempre ficción, sean quienes sean cazadores y presas. Enhorabuena.
Yo también espero que los humanos sigamos manteniendo un mínimo de cordura para que este micro nunca se convierta en realidad, aunque la violencia ejercida sobre las mujeres a lo largo de la Historia se acerca bastante. Me encanta que mi historia te haya recordado esas dos obras. La primera me impresionó mucho, la segunda no la he leído pero conociendo a su autor debe ser brutal. Un beso y hasta pronto.
Ay que dura y dulce es la venganza; y qué malísimos los niños y niñas soldado. Espero, de verdad, que no lleguemos a eso aunque a veces algunas noticias nos revuelvan el estómago.
Muy imaginativo, muy actual, muy fuerte