68. De día y en descapotable
En la familia Darling la pátina del tiempo va decolorando los recuerdos. Atrás quedaron aquellos días de sobresalto ante las reiteradas ausencias de Wendy y sus hermanos que, engullidos por el inexorable pozo de la noche, tantas veces cruzaron esa frontera apenas perceptible entre lo onírico y lo real.
Al día le quedan pocas horas. Un llamativo descapotable azul está aparcado frente a la antigua casona. Diríase que se trata de un gran juguete de cuerda; como esos que lucen en los museos y cuya contemplación nos envuelve de una agridulce nostalgia. Un grupo de curiosos se arremolina junto al vehículo preguntándose sobre la identidad de su propietario, pero nadie ha tenido la oportunidad de verlo.
En la mansión, Wendy, tras recoger su cabello cano en un moño improvisado, abre la puerta a un hombre maduro de rostro aniñado:
—¿Qué desea?
—Volver a verte.
Tras estas palabras, un tintineo desacompasado y disonante llena la estancia.
El tiempo pasa para todos, hasta para Peter Pan, el niño eterno. Pero seguro que Wendy, incluso con moño, sabrá sacar de su interior la ilusión de la niñez y emprender un nuevo viaje a Nunca Jamás, aunque sea de día y en un descapotable. Hay cosas que no cambian, como el tintineo de Campanilla.
Una buena actualización del cuento clásico, con sus personajes principales más pegados a la realidad, también más humanos.
Un abrazo, suerte y feliz año, Juana
Muchísimas gracias, Ángel, por pasarte y comentar. Sí, pienso que está bien que sigamos conservando algo del niño que fuimos, pero nunca intentar no crecer. Lo mejor también para ti en este recién estrenado 2019. Un abrazo.