54. De las de antes-Iñaki Ferreras
Era un cerebrito para las matemáticas, pero nunca se acordaba de su propio número de teléfono. Se había resistido a tener el aparatito porque no quería sucumbir al enganche de las nuevas tecnologías, pero la edad y el hecho de vivir sola se lo hicieron pensar dos veces y, finalmente, se decidió a dar el paso adelante. En pleno siglo XXII, las operadoras de telecomunicaciones obligaban, por ley, a sus usuarios efectuar un mínimo de llamadas mensuales. De lo contrario, les daban de baja. Eran los tiempos en los que cuantas más llamadas se hacían, menos tarifaban estas compañías y, por tanto, más económico resultaba el servicio final. Pero al contrario que el resto de personas cuando disponen de un elemento nuevo en sus hogares, a ella el teléfono le resultaba, cuando menos, indiferente. No llamaba casi nunca a nadie; prefería encontrarse con los suyos en persona. Su tradicional hábito social llegaba a tal extremo que, incluso, una vez que se cayó y quedó paticorta, prefiriera bajar a la calle a trompicones y tomar esos cafés tête à tête tan reconfortantes.
Esa mañana, su operadora la llamó y la amenazó con cortarle el servicio, pero ella le dio un corte de mangas virtual y le lanzó una sonora carcajada: “¡Ni me acuerdo de mi número ni nunca me acordaré de él porque ya no lo quiero, diantres. Denme de baja si quieren! No quiero teléfonos ni diamantes. Mi felicidad es vivir como antes…Y colgó de golpe partiéndose de risa.
¿Puede existir un ser tan extemporal?. Tu relato refleja una fantasía exuberante por parte del autor.
Mucha suerte y Feliz Navidad.
Siglo XXII? Menos mal que no llego. Cómo era el mundo sin móviles? Cómo vivíamos sin conexión desde las ocho de la mañana a las seis de la tarde? Felices? A ratos. Despreocupados? De otra forma. Las rimas consonantes del final construyen una cancioneta que aumenta la sensación de desprecio, burla y liberación de la protagonista. Suerte y abrazos, Iñaki.