Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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11. DE PROFUNDIS (Toribios)

A mi madre le gustaba el verde. Quizás fuese por su viaje a las húmedas tierras del norte, desde  la paramera de su infancia, siendo una mocita en edad de merecer. De este viaje me hablaba mucho en las largas noches de invierno, trasplantada ya a la ciudad de interior de donde no volvería a salir. En aquellas semanas de gloria conoció las verdes pomaradas que habitaron sus pupilas para siempre. En las tardes de lectura y confidencias, mientras el sol reposaba su oreja en los tejados, sus ojos adquirían un tornasolado verde musgo que titilaba de emoción recordando su amor de aquel verano. Él era uno de aquellos cíclopes que horadaban las entrañas de la tierra. Su silueta contrastaba con el brillo de los prados, cuando emergía llamado por el ulular de las sirenas. Así hasta el día aciago en que Gea cobró su tributo de sangre. No lo supe hasta mucho tiempo después, siendo ya adulto; su nombre permanecía aún en su memoria cuando solo era ya una esponja de sílice llena de galerías.

 

2 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Aquello de polvo somos y en polvo nos convertiremos no es broma. La Tierra siempre se cobra su tributo. La mitología, la magia y los recuerdos se conjugan en el texto con un lenguaje muy cuidado, sin que falte la inclusión de un vocabulario evocador que aporta belleza, como «pomaradas» y «tornasolado».
    No importa que se haya sido mitad hombre-mitad caballo, nadie se salva de formar parte del entorno que un día le vio nacer como entidad independiente, mutado en algo distinto. Mejor le hubiera ido a tu centauro si nunca se hubiera aventurado fuera de la tierra que le acogía.
    Hermoso relato, en la que no existen las fronteras entre los seres mágicos y los mortales. Un mundo en el que el amor también es posible, incluso entre diferentes.
    Un abrazo, Antonio. Suerte

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