52 De punta en blanco (María Rojas)
Luz Dary le pidió a su padre como regalo de quince años una fiesta, al estilo de las de «Sissi Emperatriz».
El padre, que nada le negaba a su hija, decidió que el próximo golpe de contrabando iría destinado a pagar la fiesta de su retoño.
Los vestidos los confeccionó la acreditada costurera madame Crepy en tules de colores pálidos. Las zapatillas iban forradas en raso.
Los sacolevas y pajarillas de los hombres fueron traídos de una famosa casa de moda italiana.
Los tocados, velos y flores los elaboraron las hermanas Maya, fiel copia de las revistas europeas de la época.
Por fin la noche esperada.
La celebración, más que una fiesta palaciega, parecía un trastocado carnaval caribeño, donde los invitados se ahogaban en trajes impuestos para la ridícula parodia.
La entrada de la orquestina vienesa causó una desquiciada euforia que se propagó por el salón.
Resonaron tiros y madrazos.
La madre de la quinceañera, presintiendo una catástrofe, cambió la música.
La fiesta se vino arriba.
El Barón del Contrabando se quitó la faja, se dejó de pendejadas y, feliz, se lanzó a bailar amacizado a su hembra, una pachanga revuelta con charanga.
Está claro que el dinero no trae consigo, necesariamente, estilo y pundonor. La realidad siempre termina por abrirse paso, a veces en medio de la miseria, de campañas de desinformación o de todo lo contrario. A estos personajes, en especial, al padre de la quinceañera, termina por salirle de dentro un tipo de celebración más acorde con su cultura y lejos de parodias fuera de lugar en su caso y en su ambiente. Si la intención es lo que cuenta, hay que alabarle que intente, de forma equivocada o no, dar a su hija lo mejor.
Un relato bien contado, que nos hace imaginar la escena y las motivaciones de sus personajes.
Un abrazo y suerte, María
Me encantó la historia. El resultado del cambio de música fue brillante. Casi tanto como la última frase,
Una palabra de tu texto y la RAE me han dado una pista para el saludo:
Un cálido abrazo terrestre, María.
Gracias compañeros. Aunque la mona se vista de seda…
Abrazos marinos.