67. De quita y pon
En contra de todo lo que se pueda suponer, el hombre de hojalata no le está muy agradecido al mago de Oz, que digamos. Eso de ponerle un reloj de cuerda como corazón será muy romántico pero no es sano, y con lo olvidadizo que es, ya lleva vaya usted a saber cuántos infartos. Que se cansa mucho y sufre por todo, dice, cosa que antes no sucedía, así que ha decidido quitárselo del pecho y usarlo como simple reloj de bolsillo, y el corazón para quien lo quiera, que al final no es más que una fuente de pesadumbres y disgustos, dice. Y tiene razón, a santo de qué esos engranajes retumbándole por dentro, esos sobresaltos de amor y esas arritmias si no es más que una lata donde cualquier sardina o galleta se alojaría de lo más feliz. En cualquier caso, siempre le queda la posibilidad de volvérselo a poner, es lo que tiene haber ido a ver al mago; qué más quisiéramos los demás hacer lo mismo y sacarnos el corazón cuando nos duele.
El final de tu relato sintetiza su esencia: El corazón como fábrica de sentimientos. A veces nos hace subir a las nubes, pero otras es causa de enormes desdichas. Al contrario que el hombre de hojalata, no podemos elegir, hemos de subsistir con él. Pese a ser fuente de conflictos este personaje se pasa la mayor parte de la historia queriendo tener un corazón, por algo será.
Un relato reflexivo a través de un personaje de la literatura, con reflexiones que, como El mago de Oz, siempre estarán de actualidad.
Un abrazo y suerte Ana
Muchas gracias, Ángel, qué análisis más bonito. Saludos.