60. Desamor crepuscular (fuera de concurso)
No pareció importarle mi idea de cortar la relación. Diría que hasta se alegró. Que al fin iba a librarse de mis tonterías, dijo de primeras. El resto sobró. Sobre todo, aquello de que últimamente me encontraba más viejo, como también sus jocosos comentarios sobre mi bisoñé, mi bastón y mi pañuelo de seda. No es que eso me doliera demasiado; el amor despechado suele ser injustamente cruel. Otra cosa fue aquella estridente risa suya que me acompañó mientras bajaba los nueve pisos, algo que hice andando, pese a mi rodilla artrítica, para evitar el ingrato y desconchado espejo de su ascensor.
Una cosa está clara: la persona con la que ha cortado tu protagonista le conocía bien, supo emplear contra él la munición más dura, la que más podía dolerle. El despechado tuvo la habilidad de pasar de ser víctima y actor secundario de un drama a llevar la iniciativa, pasando al ataque. El espejp que trató de evitar corrobora que el disparo acertó de lleno.
Un final que da un giro, agrio para una de las partes. Una trama original, marcada por la conplicada sabiduría humana.
Siempre es un placer leerte, Enrique.
Un abrazo grande
Un abrazo, Enrique
Ruego disculpes que me hayan salido dos abrazos y dos Enriques (y un «complicada» con «n») Es lo que tiene escribir con el móvil. Eso, o que vales por dos y mi subconsciente te manda un doble abrazo).
Muchas gracias por todo, Ángel. Me encanta la consideración que has tenido con estos dos personajes. En efecto, ambos se conocen muy bien, quizá demasiado, y ambos salen heridos de ese desenlace en el que ninguno quiere asumir el papel de perdedor.
El que aproveches cualquier ocasión para comentar dice ya mucho de tu amabilidad. Sólo faltaba que pidieras disculpas por esos inevitables fallos. Por mi parte, encantado con todos los abrazos que me mandes. Yo te mando otros dos de vuelta, aunque tu valía merece muchos más.
¿Qué decir después de lo que te ha dicho Ángel? Tienes una forma de narrar que enamora, Henry, y con ese don me da igual la historia que me cuentes, porque siempre me gusta. De forma brillante, y con esa elegancia que te caracteriza haces que nos llevemos la historia a nuestro terreno. Tú pintas en el tapiz el boceto de la historia y lo haces tan bien que es fácil que acabemos la pintura en nuestra cabeza. Enhorabuena por haberlo escrito y gracias por regalarnos tus letras.
Abrazo fuerte.
¿Y tú me hablas de brillantez y elegancia al escribir? Menudo comentario has dejado. Muchas gracias por todo lo bueno que me dices, Paul, aunque tus palabras sean el resultado de leerme con buenos ojos y también de nuestra larga y buena amistad. Intentaré en cualquier caso merecerlas de verdad alguna vez. Otro fuerte abrazo para ti.
Pues coincido en lo que han dicho Ángel y Pablo. Tan solo puedo añadir una frase hecha para los dos protagonistas de tu micro: más vale estar solo, que mal acompañao. Porque me temo que esta historia de amor ya no tenía mucho recorrido…
Un abrazo.
Muchas gracias por todo, Rosalía. En cuanto a esa frase hecha, creo que habría que tenerla en cuenta siempre, pero sobre todo cuando, a ciertas edades, se huye de la soledad.
Aprovecho para felicitarte por tu éxito en Relatos en Cadena (el relato lo merece de sobra) y desearte toda la suerte en la final mensual.
Un abrazo.
Pues muchas gracias, aunque está difícil, que los otros micros son muy buenos!
Maravillosa escena, qué bien contado. Hasta se puede ver y tocar. Duele ese espejo y hasta la rodilla, pero cuánta dignidad y verdad en tu personaje. Un abrazo, Enrique, con muchísima admiración.
Muchas gracias, mi querida Belén. Este relato lo tenía por ahí guardado (tiene casi tanto tiempo como los personajes) y ya no sabía qué pensar de él. Me alegra mucho que te haya gustado y más el modo en que lo dices. Otro admirado abrazo para ti.
El desamor siempre es triste y doloroso pero si además es despechado, como tú dices, también será injusto y cruel. Sin embargo, tu pequeña-gran historia tiene un final maravillosamente digno para el que se va.
Nos leemos
En muchas ocasiones, mantener nuestra dignidad a salvo parece ser la opción menos mala. Muchas gracias por pasarte y por tu buena lectura, Isabel Cristina. Un abrazo.