55. Desatino cervantino
Se llegaron hasta donde los ajedrecistas y, al darse cuenta Sancho de que a su señor no lo animaba ninguno de sus habituales arranques de locura, sino tan sólo la mera curiosidad, comenzó a dar zapatetas de contento, tantas que daba gloria el verlo tan gozoso, puesto que había temido que empezara a imaginar ejércitos, princesas fermosas y reyes bellacos, según su costumbre de desfacedor de entuertos, donde únicamente había piezas de tosca madera, y que todo aquello acabara en una somanta de terribles consecuencias.
Permanecieron un buen rato a prudente distancia. Observaba Sancho, que no comprendía ni jota de lo acontecido en el tablero, cómo valoraba en silencio don Quijote las estrategias de los contendientes, cuando sucedió, de pronto, algo inesperado. Se levantó bruscamente el cura, que llevaba las blancas, y la emprendió a puñadas contra el escudero, creyéndolo peón que amenazaba su torre, mientras el barbero, con la misma mirada fanática y delirante que su compañero, se concentraba en el descalabro del andante caballero, cuyo movimiento en ele violentaba su enroque.
Cuentan que fue tal el quebranto provocado, y tales los insultos proferidos, que el propio Cervantes hubo de acudir, presto y jugándose la mano buena, a separarlos.
Pobres Quijote y Sancho, no se salvan de los palos ni cuando son prudentes y solo comparecen cono meros observadores. Con amigos como el cura y el barbero quién necesita gigantes o al mago Frestón.
Un relato muy simpático, con el ajedrez como escenario, que siempre da juego, que tú, además, dominas.
Un abrazo y suerte, David
Esta vez se me quedó algo corto el formato, porque en la idea original venía Frestón y alguna cosilla más. Pero me lo paso tan bien con los episodios quijotescos (todos llevamos ya escritos unos cuantos, seguro) y buceando en el verbo pretendidamente polvoriento que luego pasa eso, que quedan ideas en el tintero.
Mucha suerte para ti también, querido.
Original enclave, tan diferente de los ambientes en los que los protagonistas cervantinos reciben palos. Pero, a la postre, apaleados son. El que nace pa martillo…
… ¡del cielo le caen los clavos! Bien visto, Edita 😉
¡Ay, pobres! Es que no se libran ni quedándose al margen a propósito.
Me encanta el tono tan cervantino del relato y el ambiente novedoso en el que se sitúa pero, sobre todo, esa intervención final del propio Cervantes para salvarlos es una guinda magnífica.
Un abrazo, David.
El autor ha de dar un golpe en la mesa y significarse cuando los personajes dejan de comportarse como deben 😉
Gracias por tu generosa lectura y un abrazo de vuelta, Ana María.
Divertido y con chicha. No es que me gusten las peleas, pero esta si. Sobre todo a cuenta del ajedrez. Se le suponía un juego pacífico, pero ya se sabe, estando alrededor Don Alonso pasa cualquier cosa.
Un relato de hilado fino y final ingenioso, como el hidalgo.
Celebro que te haya divertido, Rosa. Esa era la intención.
Gracias por tus amables palabras.
Vaya, para una vez que no se meten en lio, el cura y el barbero la emprenden contra ellos.
Suerte que Cervantes pasaba por allí…
Un abrazo y suerte.
Gracias, Rosalía. Abrazo de vuelta y suerte para ti también.
Y pensar que es el propio Cervantes el que te corta el relato. Cervantes y el breve formato del concurso. David, te animo a seguir el relato, a dejar libres a los personajes. Puedes crear un cuento muy interesante si sigues tu idea original con Frestón y otras cosillas…
Un saludo y suerte.
Jajaja, lo seguiré igual que lo siguió Cervantes al salvar la mano buena. Imagínate que la pierde al intervenir en la trifulca provocada por sus propios personajes.
Gracias por tu comentario y suerte para ti también en esta convocatoria.