19. Diáspora
Lo característico del Bosque de Cardián, situado en la actual Etiopía, aparte de su frondosa vegetación, formada por grandes árboles de las más diversas especies, era su fauna.
Los únicos animales que lo habitaban vivían encaramados en las copas más altas, de donde solo bajaban para comer y para parir.
Los cardianes, que así se llamaban estos curiosos seres, tenían forma de sirena, con torso y cabeza humana, y cola de pez. En vez de las aletas caudales, disponían de fuertes garras que les servían para agarrarse a las ramas, y en la espalda tenían alas con las que salían en busca de caza.
Su gestación duraba nueve meses y reproducción era ovípara. Cuando llegaba momento del parto, los huevos caían al suelo e inmediatamente se abrían y liberaban a las crías. Unos recién nacidos se desarrollaban como peces e iban al mar; otros se transformaban en aves y volaban para nunca volver; y algunos, los más tardíos, crecían con forma humana y se distribuían por el mundo.
Solo los cardianes se quedaban en el bosque y, dado que eran inmortales, la supervivencia de los humanos, peces y aves, estuvo asegurada, hasta que se quemó el bosque.
La naturaleza es diversidad, forzada en función de la adaptación al medio, pero las diferencias que pueda haber entre los seres vivos en realidad son mínimas si las comparamos con el tronco común del que todo procede, algo que iguala a todas criaturas, sean como sean, con lo que ello supondría de respeto si no se nos olvidase, como por desgracia ocurre con frecuencia.
Un relato en forma de fábula, aunque también con fundamento científico y mirada a los orígenes, con advertencia final sobre la fragilidad de todo, por estable que parezca.
Un abrazo y suerte, Ezequiel
Gracias, Ángel.
Cuando veo tus comentarios tengo la impresión de que transcribes lo que yo pensaba en el momento de escribirlo. Debe ser que existe un tronco común de microrrelatistas y eso es bueno para la conservación de la especie.
Uys, estaba alucinando sobre las copas de los árboles y de pronto se me ha cortado la respiración, tal vez por el humo del incendio, y por la pena que da. Y no es porque nos extingamos los humanos, que algún día nos llegará nuestro San Martín. Es por las llamas, y el calor. Por la huida hacia ninguna parte y por la sed. Eso ha sido.
Un micro interesante. Feliz tarde.
Gracias, Mercedes.
Cualquier situación, incluidas las más estables e idílicas, puede hundirse si no la cuidamos.