DIC02. HERMANA MAYOR, de Susana Revuelta
A Catalina le olían las manos a lejía y el aliento a ajo. Solía venir por navidades a ayudar en la cocina y mientras la veíamos trajinar nos aseguraba que el barco de su marido estaba ya cerca y que muy pronto recibiríamos nuestras ansiadas bicicletas. La mía sería roja, con una cestita delante.
Pero en mi casa las paredes hablaban. Con la oreja pegada al tabique del comedor, descubrí aquel año que el esposo de Catalina no era capitán, sino un gandul que se había esfumado cuando nació su hija, se asustaría al ver un bebé con bigote. Y que los Reyes eran los padres, bueno, mi madre, que a mi padre no le gustaba ir de tiendas. Enseguida informé a mis hermanos pequeños para que revisaran los juguetes de sus cartas y se fueran olvidando de las bicis.
Aprovechando su estupor les convencí de que a Catalina, la pobre, nadie le regalaría nada, así que rompimos nuestras huchas para comprarle un frasquito de perfume. Me las apañé para rellenar con agua de lavanda uno que encontré por ahí y lo envolví en papel de regalo.
Con el dinero del botín conseguí los patines que llevaba dos años pidiendo.
Historia preciosa de hermana mayor, Susana, la mía la recuerdo en el Campo Grande de Valladolid, cuando te daban por una perra gorda, un vaso de madera de pipas y ella (éramos cuatro) las repartía de una en una y decía, como en una peli de dibujos de la época, una para ti, otra para ti y oooootra para mi y ella se echaba más.
Pero hay que sufrirlas.
Un beso
Sí, lo cierto es que siempre los mayores abusan un poco, eso es así. Pero la protagonista del cuento se pasa dos pueblos, para qué nos vamos a engañar.
Un abrazo.
Susana, bonita historia hasta el final, un poquitin egoista, y bien contada. suerte y saludos. Felices fiestas, con regalos…
¿Un poquitín? Una malvada malvadísima que lo tenía todo bien pensado para conseguir su objetivo.
Un abrazo.
Un mal por un bien, prefiero pensar.
Un saludo
JM
O una rebeldía ante la brutal pérdida de las dos ilusiones de la niña.
Un abrazo.
Bonita historia Susana.
Esa hermana mayor que se entera de todo y reparte de la mejor forma…
Un saludo
Bueno, el que parte y reparte… Si, de la mejor forma para ella, claro.
Un abrazo.
Así que desde pequeñita ya eras mala y…patinadora. Muy bueno.
Autobiográfico lo es solo el primer párrafo. La señora esa exitía y existe, pero le cambié el nombre para evitar rimas internas. Era fea, sin dientes, pero en 200 palabras no me cabía describirla mejor. Todos los años nos venía con el rollo de las bicis y nosotros, infelices, nos lo creíamos.
Un abrazo.
Susana, picara hermana mayor, se lo perdonamos por las fechas. Me ha gustado mucho. Saludos.
Sí, un poco elementa la niña. Esperemos que se reformase con la edad, si no ahora igual termina imputada en algún escándalo de esos que salen en la tele que te condenan por meter la mano en la saca pública y luego te indultan tus amigotes en el poder.
Un abrazo.
Olé… Y pocos años después era propietaria de un banco, de varias bodegas, de un equipo de fútbol, de dos cadenas de televisión, de… je je.
Me gustó mucho, suerte Susana.
Abrazos.
Ah, pues acabo de comentar ahí arriba que espero que no se convirtiera en ave de rapiña, pero vete a saber.
Un abrazo.
Vaya, vaya, con la hermana mayor. Supongo que así empiezan las personas sin escrúpulos, van pidiendo por ahí por una buena causa y luego se quedan con parte de la recaudación.
Muy bien llevado tu relato.
Un beso.
Pienso igual, pero todos los niños en algún momento han llevado demasiado lejos una travesura y luego se han arrepentido.A mí por lo menos sí me ha pasado.
Un abrazo.
Da mucho juego la infancia, donde ocurren casi todos los buenos cuentos, como éste.
Estoy de acuerdo contigo, Carmen. Es la época que más cosas importantes le ocurren a uno y que no se olvidan.
Un abrazo.
Vaya bruja piruja, esta tiene ‘futuro’ fijo, jope con la ‘inocencia’ infantil (ahora no me digas, por favor que es biográfico, que no tengo ganas de ser tragada por la tierra) Suerte y un abrazo.
No, no, tranquila, aunque sí contiene cosillas autobiográficas. Como por ejemplo, que los Reyes en mi casa traían lo que les parecía bien, y no lo que ponía en las cartas. Es decir, que me quedé sin muchos juguetes muy deseados.
Un abrazo.
Gracias, me alegro, maja. Debe ser todo un papelón ser hermano mayor. Aclaro desde aquí que yo no era la mayor de mis hermanos, que nadie piense mal.
Un abrazo.
Muy bueno Susana. Lo del agua de lavanda ha sido un puntazo.
Aquellos botes de litro… Me acuerdo mejor de ciertas cosas de esa época que lo que cené ayer.
Un abrazo.
Linda joyita esta chica. Muy bien llevado, buen relato. ¡Suerte!
Saludos.
Monísima la churumbela, ya te digo. Créeme que no era tan mala, que la he conocido.
Un abrazo.
Hay que tener cuidado con las hermanas mayores.
Tendré que vigilar a la mía este año.
Muy bueno, Susana.
Besos
Al pasar la frontera de los veinte nos igualamos los hermanos, con los que hay que tener ojo es con los pequeños, una vez experimentados los peligros de la calle.
Un abrazo.
Una historia muy tuya sin duda alguna, que a mi me ha gustado, me encanta lo de «bueno, mi madre, que a mi padre no le gustaba ir de tiendas.» un punto humorístico- realista de lo que un chiquillo pensaría y diría, y el final… un estupendo cierre para el relato.
Eso es, iIntenté contar desde el punto de vista de una niña de unos ocho años o así que interpreta la vida desde un ángulo infantil algo cabrón. ¿Una historia muy mía? Si te ha gustado, gracias, Beg.
Un abrazo.
Me gusta la historia. Muchas veces de pequeños son las paredes las que nos descubren cosas y son los hermanos mayores los que se lo cuentan a los demas.
Un beso
Sí que hablan las paredes, ya lo creo, se entera una de cada cosa… Y con hermanos menores a ver quién se calla esos descubrimientos tan relevantes para el futuro inmediato, léase regalos.
Un abrazo.
Susana, muy astuta la hermana mayor, aunque a veces los hermanos menores también son de armas tomar. Me ha gustado mucho.
Un saludo.
María Elena
Eso fijo, los hay muy precoces. Con lo monos que estaban algunos con el chupete y en poco tiempo ¡zas1 adiós inocencia.
Un abrazo.
Buen cuento de recuerdos y travesuras.
Felicidades
Qué de recuerdos, menos mal que quedan niños, porque si no estas fechas…
Un abrazo.
Qué egoísta!.
Con lo bien que pintaba y, de repente, zas!, te cargas el sentimiento de la protagonista.
Muy bueno.
Un abrazo.
Yo creo que a la prota ya se la veía venir desde el segundo párrafo, cuando empieza a atar hilos y a maquinar.
Un abrazo.
Será que soy malvado o tengo un punto psicópata que acabo de descubrir (o quizá siempre lo he sabido), pero a mí tu protagonista me cae bien (o tú has sabido hacer que me caiga bien). Me gusta cómo entra en el mundo de los adultos sin escrúpulos ni remordimientos, y me parece un acierto el decir lo de los reyes como de pasada, casi sin darle importancia.
Suerte y saludos.
Se fue perfilando el personaje él solito, poniendo y quitando cosas. A mí también me cayó bien la niña, Rafa, por qué será.
Un abrazo.
Me gusta mucho, mucho y mucho: Cuentas muchas historias: la de Catalina, la de la prota (el detallito de los patines autobiográfico??) descubriendo a los «reyes» que sirve de hilo argumental pero no es la historia principal, la argucia tan inteligente, con esa mezcla de ternura hacia la sirvienta… y todo en 200 palabras señores!!!!. Planteamiento inteligente salpicado de ternura y miserias, e ironia (el bebé con bigote), y lo que no se dice pero se intuye, clase media acomodada -con sirvienta- hija lo tiene todo!!!
Me gusta el título, completa al texto.
Hay una cosa que no acabo de entender y es por qué Catalina les dice que el barco del marido está cerca y pronto tendrán las bicis ¿? que era el paje del corte inglés?? ahí me he quedado perpleja, please??
Lo de los patines, jaja, sí, puede, pero más que nada los elegí para cerrar el relato con ruedas, por las ya despedidas bicis. Catalina es la típica chica de pueblo que habla por los codos y claro, con un auditorio de niños mirándola pasmaos, se desata y les cuenta la mentira de su marido para justificar que no tiene y añade lo de las bicis para hacerse la interesante y seguir teniendo público.
Un abrazo.
No es por justificar las pícaras acciones, pero al final, los hermanos pequeños terminan aprendiendo de los mayores que son los que normalmente abren camino, para lo bueno y para lo malo, ¡alguna ventaja tienen que tener!, no?
Me gustó, Susana, buen trabajo.
¡¡¡Suerte!!!
Yo como he sido hermana menor y mayor aprendí de todos esos encontronazos. Tampoco me fue tan mal después, de hecho no lo cambiaría.
Un abrazo.
Cuántas historias en tan pocas palabras: la de Catalina, la de las bicis, la de enterarse de lo de los Reyes, la de la astucia final de la hermana mayor…y todo muy bien hilvanado. He disfrutado de la historia y del tema de los patines, no soy hermana mayor pero mis padres sí que lo son y siempre he visto que se han sacrificado para cederles cosas a los menores, así que me ha parecido de justicia poética. Besos y suerte.
Hay comentarios que superan a la ficción, Ana. Lo de justicia poética no solo me encanta, si no que te reafirma como gran escritora y lectora.
Un abrazo.
A mí me parece una reacción normal al entrar de golpe en el mundo real, y como chica lista que es, aprovecha la situación. Me cae muy bien, será porque soy hermana mayor… Saludos.
Cuando te cuentan lo de los reyes, pasas las fases de la negación, el duelo,… y todo eso. Esta niña o ya sabía algo (que pienso yo que sí) o tomó al toro por los cuernos y tiró por el atajo que más le convenía. Se me ocurre que al destapar las mentiras de los mayores, el aprendizaje es seguir engañando a los más débiles. Para lograr un fin.
Un abrazo.
Con estos antecedentes, pasados los años, fundó una conocida ONG.
Muy bueno Susana.
Besos y feliz navidad.
Ja, ja, todo puede ser, Jesús. Felices fiestas para ti también, si vienes por la tierruca avisa, majo.
Un abrazo.
Susanita, muy buena historia y desde luego muy graciosa. Te deseo felices fiestas y los reyes magos te traen muchos regalos en forma de ganar concursos. Un fuerte abrazo a mi Santanderina favorita, Sotirios.
Oh, Soti, qué amable. Ganar concursos es otra historia, hay que disfrutar escribiendo nuestras paranoias, y hasta donde lleguen, ¿no crees?
Un abrazo.
¡Oh, oh! De lo que me acabo de enterar
¡Los Reyes Magos no existen!
Entonces ¿quién me ponía una cajita de mazapán? Porque mi madre sabía y sabe que a mí el mazapán no me gusta.
Y lo que pedía, si era mi madre ella sabía lo que yo quería entonces porqué me compraba otra cosa?
En cuanto a ser la mayor, yo soy la mayor y siempre he sido muy desprendida. Tanto, que hasta le daba a mi hermano el mazapán que a mi me traían.
Un relato precioso. Felicidades.
Sí existen los Reyes, Virtudes, pero no con las pintas que llevan en la cabalgata ni de coña. Yo he sido hermana mayor, descontando a mi hermano mayor, y es un rol que una asume con resignación y mala leche, la verdad, me lo pasé bien.
Un abrazo.
Que perraca, que pérfida… y que imaginativa, la bambina.
A mi me cae de miedo la mocita.
«Bien, los Reyes no existen así que no hay bicis. Yo me acabo de llevar un trallazo emocional del copón, pero el mundo es de los listos. Así que arriba ese ánimo y vamos a darle al coco para conseguir unos patines».
Joe… es un crack. De mayor puede estar en Ruanda con Médicos sin Fronteras o enterrando a su quinto esposo ricachón.
Buen relato, Susana. Vamos, lo normal viniendo de ti.
Es que las conexiones neuronales, Modes, lo mejor es engrasarlas desde pequeños, que luego la vida te pone muchas zancadillas. Me ha gustado tu comentario.
Un abrazo.
Hola, Susana.
A mí me produce ternura esta Catalina, con su olores a ajo y lejía incluídos. Y el detalle de que los niños rompieran la hucha es una maravilla… porque consiguieron que fuera feliz, estoy segura.
Se ve que te gustan los barcos, Susana, eh?
El texto es delicioso, así que felicidades, guapa.
Un beso muy grande.
Hoy estaba con los amigos en una terraza fumando y tomando algo cuando apareció por allí, de imprevisto, un grupo de hombres que se instaló en la entrada y se puso a cantar villancicos de toda la vida, y alguno típico de la tierruca. El mar siempre está muy presente en nuestras vidas, es algo de lo que no te puedes despegar y sale hasta en las canciones.
Gracias tow por visitarme. ¿Te he visto en la selección de artgerust? Había una towanda por ahí, imagino que eras tú.
Un abrazo.
Muy bien contada esta historia triste y alegre a un tiempo. Y un final muy pícaro. Me ha gustado. Un abrazo.
Es un poco el escenario en que nos movíamos hace años, Concha, cada uno buscaba su supervivencia infantil. Creo recordar que no había tanta maldad como aparenta el micro.
Un abrazo.
Utilizar el sentimentalismo en beneficio propio. Picardía adulta e inocencia infantil. En fin, como la vida misma. Muy Buen micro Susana. Suerte.
Y muy buen comentario, Jesús. Has encontrado y definido la esencia del micro. Me parece a mí que nuestros micros se enriquecen y ganan con los comentarios de los lectores.
Un abrazo.
la picardía tiene premio!!!
Enhorabuena, nena!!
Abrazo
Muy bueno Susana. Es una historia rocambolesca. Creemos que somos dueños de nuestros destinos y todo es un cúmulo de casualidades. Si no fuera por el (que no era) capitán, la niña nunca hubiera tenido unos patines. Y gracias a la «paredes» Catalina tuvo un regalo de navidad que nunca tuvo.
Lo que te dije en tu blog, Susana: «Jeje, con hermanas así no necesitamos políticos. Me he divertido con tu historia. Pobre niña con bigote. En fin, unas risas siempre vienen bien.»
Y estas risas quedarán para siempre en el libro de ENTC. Enhorabuena, compañera.