Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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45. DOS SEGUNDOS DISTINTOS (IsidroMoreno)

Mi zapatilla se desliza por la acera de forma irremediable. Deseo recomponer el equilibrio pero mi pie y pierna derecha desobedecen, bien como si no me perteneciesen, o bien que ya no quisieran seguir formando parte de mi ser. A cámara lenta diviso a media altura mi babucha rosa despedida que voltea lentamente hacia arriba; mi pie desnudo apunta al cielo; mi cuerpo en el aire y en horizontal; mi holgada falda, al viento; mi vista fija al frente, hacia el infinito, hacia la gente que me mira y a los que se asombran al verme. Ya nada soporta este cuerpo que se desploma. Recuerdo que no llevo bragas. Mis piernas abiertas, mi figura desecha, la dignidad y los huesos por los suelos. Había salido apresuradamente de la ducha para avisar al butanero antes de que se marchase. Oigo la voz de un vecino que grita mi nombre. La gente se arremolina, me miran y yo no sé dónde mirar. Son momentos eternos.

Luego, mi vecino, que ha sido testigo, ha narrado así todo lo ocurrido: Ella salía corriendo por el portal y al llegar a la calle ha resbalado con una cáscara de plátano y ha caído de espaldas.

6 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Todo puede cambiar en un segundo, y dar otro vuelco en el siguiente. En esa primer y mínimo intervalo tu protagonista, con una idea fija en su cabeza, sufre un pequeño traspié, aunque bastante aparatoso y de forma pública; en el segundo, sobreviene la confusión y la vergüenza. Estas cosas pasan y parecen una pequeña anécdota en el transcurso de la historia de la humanidad, aunque seguro que la afectada no lo olvidará nunca. Es la forma de contar lo que lo convierte en un episodio literario, que demuestra que en dos segundos puede caber un mundo, toda una eternidad.
    Un abrazo y suerte, Isidro, artista

    1. Los puntos de vista casi siempre son distintos y más en casos similares al del relato, donde una acción difiere mucho de ser vista a ser vivida.
      La relatividad del tiempo también se hace patente y lo que para alguien un par de segundos no significan absolutamente nada, para otros pueden ser momentos eternos y no digamos, por ejemplo, para el atleta corredor de 100 metros, o la señora avergonzada en plena calle por una caída, indispuesta, confundida y avergonzada.

      Muchas gracias, amigo Ángel, por tus magníficos y generosos comentarios.
      Te remito un par de abrazacos virtuales, campeón.

  2. Ni el mismísimo Einstein habría podido extrapolar a la vida cotidiana su teoría de la relatividad de forma tan exuberantemente clara, y mucho menos, con ese punto socarrón tan marca de la casa.
    Enhorabuena, Isidro. Me parece muy original, acertada y divertida la forma de plasmar el aspecto subjetivo de la vergüenza.
    Estoy encantao de tenerte de vecino en esta convocatoria. Así que si necesitas algo: sal, perejil, lo que sea, no te dé vergüenza en pedírmelo.
    Un abrazo.

    1. Jajaja! Qué Bueno, monsieur Bolant!Muchas gracias por tus palabras y por tu ofrecimiento tan vecinal de los de antes, claro, porque ahora apenas se conocen los vecinos, pero se nota que tú y yo hemos vivido «viejos tiempos» (Harold Pinter).
      Me alegra el vecindario que me rodea, aunque, Modes y tú sois duros rivales, por lo que me están dando ganas de arrojar la toalla. Jejeje!
      Un fuerte abrazo y a ver si pronto nos podemos volver a juntar, amigo Antonio.

  3. Qué patinazo tan divertido, Isidro. Bueno, menos para la protagonista que se muere de vergüenza. Has narrado tan bien la secuencia que la he visualizado perfectamente. A la versión del vecino, aunque le falta rigor al añadir al plátano, no se le puede ver ninguna mala intención. Me quedo con la duda si ha visto algo más de lo que cuenta. Muy prudente el hombre. Me ha encantado. Suerte y un abrazo.

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