48. Efectivo
Desde que cayó enfermo, y ya iba para diez días, los familiares no hacían más que fingir gran tristeza cuando iban a visitarlo, pero el doliente sabía que venían a hurgarle en los cajones por si hubiera dinero.
—Ya me lo gasté todo en vida –decía el moribundo con sorna- y aun así seguís visitándome.
La casa del viejo, de renta antigua, no interesaba, y los viejos cachivaches todavía menos. Como nunca tuvo una libreta de ahorros, todos sospechaban que una fortuna en billetes verdes andaba por ahí escondida, tal vez en los colchones, quizás en los anaqueles, quién sabe si entre los libros.
Si hubiera sido por su gusto, habría aguantado unos días más viendo a sus deudos simulando decoro y escondiendo codicia, pero por fin entregó su alma el afligido, y entonces se desató la batida en pos del caudal.
—Esto es una basura, como todo. No guardaba más que baratijas. Ni los cubiertos valen un céntimo.
El montón de ropa con olor a viejo rancio fue a parar a la beneficencia, donde cada agraciado con una prenda, al comprobar los bolsillos, también recibió un fajito de billetes de mil.
FUERA DE CONCURSO
Ay… no hay que huir tan rápido del olor a viejo… muy bueno tu retrato de esos finales demasiado comunes en algunas vidas, aunque tú le has dado un toque de humor y un final realmente feliz para otros protagonistas.
Ese humor ácido y maloliente me encanta.
Un saludo
Juan M
Esperemos que no lavasen las prendas antes de entregarla a los necesitados, mucho más merecedores de esa fortuna que los interesados allegados del difunto.
Al menos, durante sus últimos días y a pesar de su agonía, tu protagonista disfrutó viendo a esos buitres quedarse con un palmo de narices, intuyendo el desenlace.
Un relato con el buen sabor de las historias clásicas, no exento de enseñanza y hasta moraleja.
Un abrazo, JM. Suerte
Me habría encantado contar que se lo gastó en burdeles y bares, pero se me iban las 200 palabras.
Un saludo, artista
Juan M
Qué sorpresón!! Jajaja.
Me alegro mucho de que los otros se quedaran sin nada.
La avaricia, es lo que tiene.
El abuelo se fue risueño al otro lado y así volverá, risueño y con los ojos bien abiertos, por si acaso.
Ay esos billetitos de esperanza, a qué buen lugar han llegado.
Feliz día Juan M.
Estos golfos moribundos me gustan mucho.
Un saludo y buen día
Juan Manuel
Como dice el refrán, el zorro sabe más por viejo que por zorro, y este buen señor (que en paz descanse) lo tenía bien claro.
Unos parientes muy codiciosos y muy cortos de miras… en los bolsillos 😉
Me encantó, JUAN MANUEL.
Cariños,
Mariángeles
Sí, este zorro era muy listo.
Gracias por leer.
Un saludo
JM
Relato lleno de significado, Juan Manuel. Moribundo listo y con sentido del humor (negro) que gana la partida a una pléyade de familiares parásitos. Creas expectativas desde el principio y las mantienes hasta un final genial. Los que no lo esperan reciben el premio de su bondad.
Enhorabuena.
Un abrazo.
Esa era la idea, guardar la sorpresa par el final.
Gracias por leer.
Un saludo
JM
Toma castañas pilongas!! Me ha encantado JM. Somos más interesaos que la llama que arde.
Besicos muchos.
La condición humana es de lo más ruin.
Gracias por pasar a leer.
Un saludo
JM