60. Egagrópilas
El dueño del circo quiere que Carmen actúe también en el pase diurno. Pero ella se niega.
—La gente no viene a ver al faquir, Carmen, ni al enano bicéfalo ni a la mujer barbuda, ¡ellos quieren ver tu show! —le dice, casi rogando, con el bigote erizado.
Y tiene razón, porque, cuando Carmen se planta en medio de la pista y su rechoncho y viejo abdomen empieza a convulsionar, el público del pase nocturno queda hechizado al instante. Después, dos gritos desgarradores, tres arcadas apocalípticas y… sucede. De su desdentada boca emerge esa enorme bola de pelos, huesecillos y letras. Una maraña que cae, se amontona y se derrama, formando esqueletos amorfos, rostros inciertos, y palabras inventadas. En la grada, claro está, todos achinan los ojos, elucubrando: ¿qué será eso?, ¿qué pondrá ahí?…
Y entonces, sin más, Carmen se limpia y se larga. A su rutina, su bayeta, sus nietos y su artrosis.
Y el jefe la sujeta del brazo, implorando. Insistiendo en que eso es arte, belleza. Dinero.
Pero ella que no, que no; que no puede desatender su otra vida.
Que… si quieren ese espectáculo, hay que dejar las cosas como están.
Alberto, me has dejado descolocada: de una fantasía oscura e inquietante has dado un salto a la rutina de una abuelita cualquiera. He ido a buscar el significado del título, Egagrópila, pero ¿qué hay que dejar como está? ¿su propia vida para que luego pueda vomitar esa bola de pelo, huesos y letras?
Suerte y me quedo por aquí.
Hay vidas difíciles de digerir. Las frustraciones, palabras no dichas o, peor aún, no escuchadas, tristezas y soledades no deseadas, han de salir por algún lado. Si este desahogo produce admiración general y algún beneficio particular pues bienvenido. Pero como nada es completo ni perfecto, ese curioso y lucrativo momento de gloria requiere de una nueva recarga en los infiernos del día a día de esta buena mujer.
Original y perturbadora historia.
Un saludo y suerte, Alberto.
Qué perturbadora la imagen de la mujer echando por la boca sus recuerdos, imagino que serán, sus desahogos y vivencias. Suerte
Me da pena esta mujer que vive de exhibir sus frustraciones, frustraciones y malas experiencias . Me transmite una enorme tristeza. Muy original!
Rosa, Ángel, Rosalía y Jesús, me alegro mucho que os haya inquietado la historia de Carmen, a cada uno de una manera.
Como dice Ángel, todos llevamos una(s) egagropila(s) que vomitar. Y si ella da espectáculo, pues… Bueno, es una opción, jeje.
Mil gracias a los cuatro por vuestras palabras