8. EL ACANTILADO (Salvador Esteve)
La tormenta arreciaba. En lo alto del acantilado observaba las olas que golpeaban las rocas tejiendo pliegues de espuma, como una falda materna que te llama con dulzura para cobijarte en su regazo. Enamorados despechados, desahuciados, arruinados de valores materiales y espirituales habían sucumbido a dicha llamada. Pronto mi cuerpo llegaría a cota cero, y una muesca más se esculpiría sobre las rugosidades del acantilado.
Amar a Cristo y a mis semejantes, un axioma sencillo que había guiado mi vida. Pero África mató mi fe. Hablé con Dios, ¿no eran hijos suyos? Cuando el pequeño Abujarami murió en mis brazos, empezó mi odio a Dios, que aumentaba a medida que mi alma ennegrecía.
Me lancé al vacío, las rocas darían buena cuenta de mi pesar. En un acto reflejo, mi alma se aclamó al Señor. A pocos metros de la caída me sumergí en una gran ola, que en volandas me depositó en la orilla sin un rasguño. La marea había subido salvándome la vida, y no era zona de mareas; Dios me daba otra oportunidad. Miré al cielo, había dejado de llover, asentí, intentaría encontrar mi camino, y siempre me quedaría el acantilado.
El relato me ha ganado. Sobre todo en la primera parte. Podrías haberlo dejado en un relato duro, pero al final lo has hecho circular dejando abierta un puerta que trae algo de luz al principio de la historia. Adivino que será un relato controvertido. Has escrito una historia para montar un debate no de horas, sino de días. Enhorabuena y mucha suerte.
Juan Antonio, he intentado reflejar la tormenta interior que un creyente puede sufrir al ver la injusticia de este mundo nuestro. Muchas gracias por tu comentario. Abrazos.
Espiritual, con contrastes. Duro y a la vez suave, áspero y dulce.
La frase » una falda materna que te llama con dulzura para cobijarte en su regazo» me ha encantado.
Aunque discrepo, no creo que una falda materna sea tan dura como esa ola que lleva la espuma.
Por mi parte has aprobado. Abrazos.
Virtudes, tienes razón, el cobijo de una falda materna siempre es dulce, el golpe de la ola es la acción física que crea esta ilusión. Muchas gracias por tu comentario, tu aprobado me sabe a gloria. Abrazos.
La falta de fe, un tema valiente. Estoy seguro de que incluso para quien cree sin asomo de duda, debe ser imposible ver tambalearse su mundo ante la muerte de un niño inocente, cómo no preguntarse entonces por el sentido de todo. Por muy inescrutables que sean los caminos divinos, siempre cuesta entender algo así. No obstante, al protagonista de tu relato se le ha concedido una segunda oportunidad, el Creador se ha molestado en hacerle partícipe de un milagro salvando su vida, para que siga buscándole un sentido. Un texto suave y duro donde las puertas no se cierran del todo y late la esperanza.
Suerte y un saludo.
Ángel, has diseccionado perfectamente el relato, y, sí, la esperanza siempre debe estar presente en nuestro camino. Muchas gracias por tu comentario. Abrazos.
«Me depositó en la orilla sin ningún rasguño», me encanta este enunciado que le da la magia al relato, bueno ¿magia o acto de fe? Veo que este mes de marzo la literatura brillará por su presencia en este blog. Hay mucha calidad en los relatos y tú contribuyes a ello. Mucha suerte, Salvador.
Lorenzo, Muchas gracias por tus motivadoras palabras, intento aprender cada día de todos vosotros. Abrazos.
El mismo Jesús dudo en la cruz: «Padre, ¿por qué me has abandonado?».
El micro aborda muchas cosas. La falta de fe cuando podemos elegir. La desesperación cuando «de verdad» vemos que moriremos y es ahí cuando ansiamos aferrarnos a lo que sea. Por último la interpretación de las señales para justificar nuestras creencias.
Y creo que me dejo algún tema más de los que has tratado.
Felicidades
David, muchísimas gracias por comentar los matices del relato. Cierto, en él intento reflejar, además de los temas que tú bien has señalado, otro muy importante como es la vergonzante desigualdad existente en este mundo. Saludos y abrazos.
Salvador, el cuento da para mucho, me quedo con todo y destaco ese final que puede ser esperanzador si no recurre al acantilado de nuevo. Suerte y saludos
Calamanda, esperemos que encuentre la respuesta que busca y no recurra a ese final tan drástico. Muchas gracias por tu comentario, me alegro que te haya gustado. Abrazos.
Salvador este relato me ha gustado mucho, el comienzo es de lujo, con ese aire poético. El final está perfecto, el protagonista, a pesar de que ha asistido a un milagro o a un hecho casual de la naturaleza, sigue cuestionando el asunto de la fe ya que en esta segunda oportunidad que se le da “si no encuentra el camino todavía le queda el acantilado.” Muy bueno, te deseo suerte.
Saludos.
Beto, tengo la impresión que ha renovado su fe en Dios, pero sigue teniendo dudas en cuanto a su fe en los hombres. Muchas gracias por tu comentario. Abrazos.
Salvador, tu relato hace pensar y eso, ya es bastante. La falta de fe, la impotencia ante las calamidades y los mwnos protegidos. en pocas palabras, das un buen repaso al alma y a los problemas que todos nos planteamos en el día a día. Me ha gustado mucho. suerte.
Besicos muchos.
Nani, muy gratificantes tus palabras, y si te ha hecho pensar objetivo cumplido. Muchas gracias por tu comentario. Abrazos.
Que buena vuelta de tuerca das al relato, y además hace pensar que siempre hay una segunda oportunidad.
Y también que si el mundo es tan injusto, no arreglamos mucho desapareciendo de él.
Me ha gustado mucho, enhorabuena.
Asun, tienes razón, las segundas oportunidades son para aprovecharlas, y lo valiente es quedarse y aportar tu granito de arena para mejorar el mundo. Muchas gracias por tu comentario. Abrazos.
Qué bonita historia. Muy bien contada.
Un saludo
Blanca, muchas gracias por pasarte y comentar. Abrazos y un saludo a ti también.
Uff, miedo me da pensar en ese acantilado que todos, en algún momento de nuestra vida, hemos tenido a nuestro.s pies. Un relato valiente, muy bien creado.
Fernando, como tú bien dices mucha gente pasa por momentos críticos en su vida, y por desgracia tiene su particular acantilado, alcohol, drogas, depresión… Muchas gracias por tu comentario. Abrazos.
Salvador, nos traes un tema polémico, como es el de la fe.Los creyentes supongo que alguna vez también dudarán. La vida está llena de injusticias y de actos inexplicables, pero siempre hay que intentar seguir adelante y luchar.
Lo has contado muy bien. Me gustan mucho las expresiones que utlilizas en el primer párrafo y el final con esa segunda oportunidad. Yo espero que cuando vuelva al acantilado, solo sea para contemplar la belleza del paisaje.
Mucha suerte Salvador, y un abrazo
María Elena, razón tienes, lo valiente es seguir adelante. Por desgracia, hay mucha gente que se rinde. Como tú, espero que el protagonista solo vuelva allí para disfrutar del paisaje. Muchas gracias por tu comentario. Abrazos.
Salvador, ojalá hubiera segundas oportunidades. El mundo está loco de remate y mueren niños a miles. De ves en cuando les interesa que salga Etiopía, otro día Siria o Nigeria o Burundi o ..
Es para desesperarse, pero no los que ayudan, esos no.
Un abrazo
Epi, en realidad todos somos un poco culpables. Los gobernantes, que son los pueden buscar soluciones, se inhiben, y nosotros vemos esta realidad en televisión, comentamos «pobre gente», y cuando la desconectamos se apaga nuestra conciencia. Muchas gracias por tu comentario. Abrazos.
Hola, Salvador.
Me gusta.
¿Quién no ha dudado alguna vez de la existencia o de la benevolencia de Dios? Te aseguro que yo sí. No puedo extenderme mucho, pero -en ocasiones- me pasó lo que al protagonista de tu micro.
A él le dio una oportunidad, aunque al pequeño que murió entre sus brazos no… Siempre le quedará el acantilado (me gusta esa frase).
En fin, Salvador, creo que es un micro estupendo y te aplaudo.
Un beso muy grande.
Towanda, si usáramos el raciocinio todos dudaríamos, pero un sacerdote te diría que la creencia tiene que ser total y sin fisuras, y eso es precisamente la fe. Muchas gracias por tus siempre amables palabras. Abrazos
Por mucho que el protagonista quiera olvidarse de su fe sus reflejos le hacen regresar a ella. Y la vida le da esa segunda oportunidad.
Ana, la muerte de un niño en sus brazos es solo una gota en el océano que ve y sufre. A la mayoría de nosotros nos produce rechazo, tristeza e indignación, pero en el protagonista se desata una tormenta interior que cuestiona su fe y sus creencias, motores de su vida. En la última frase no quise ser para nada frívolo, la verdad es que tuve mis dudas, pero al final opté por dejar abiertas todas las posibilidades. Muchas gracias por tu comentario. Abrazos.
Ana, para nada me ha molestado tu comentario, que por otra parte siempre son acertados y respetuosos, simplemente quería puntualizar mi intención sobre el relato. Abrazos y suerte a ti también.
Isabel, tienes razón, su odio a Dios no era tanto y su alma lo sabía. Muchas gracias por tu comentario. Abrazos.
Juan, me has dejado el ego por las nubes, me alegro mucho que te haya gustado el relato, no hay mejor premio que los amigos de ENTC valoren positivamente tus textos. Y tienes razón, la duda está grabada en nuestro imperfecto intelecto. Muchas gracias por tus palabras. Abrazos.
Un micro maravilloso. Siempre me gusta leerte
Un Beso
Esther, me alegro que te haya gustado el relato. Muchas gracias por tus palabras. Abrazos.
Planteas muy bien el escepticismo y falta de fe que siente el creyente principalmente frente a la muerte de los niños o jóvenes,el cuestionamiento lógico frente a la injusticia vista desde los ojos humanos que no conocen ni comprenden el plan divino.Recordé a Vallejo que plantea ese sentimiento en su poema «Los heraldos negros»:»Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!/Golpes como del odio de Dios…».Creo que has dejado la esperanza al final en esa imagen del camino y la búsqueda individual,nadie puede vivirlo por nosotros y aunque la presencia del acantilado la acompaña, mostrando la posibilidad del suicidio,enfatizas el poder de decisión,el libre albedrío que caracteriza al ser humano.¡Felicitaciones! Saludos cordiales.
Macarena, muchas gracias por tu acertada radiografía del relato y por pasarte y comentar. Abrazos.
Fantástico relato, tremendamente bien hilvanado, comenzando por el título, que en absoluto creo que sea casual.
Más bien el acantilado es una metáfora de la pérdida de la fe, de la caída hacia un abismo emocional ante todo lo visto y vivido(y si me paso de listo me sueltas un capón por bocazas).
Y al final, la redención.
Aunque el acantilado y las dudas siempre seguirán ahí.
No sé porqué he pensado(aunque no tienen nada que ver) en la peli Señales al leer tu relato.
Un abrazo.
Modes, no es nada descabellado que te recuerde a la película «Señales», ya que el protagonista también pierde la fe, aunque es por un hecho puntual, y el hijo mayor también pierde su fe en la valentía de su padre. En tu apreciación del título debes tener una mantelería preciosa porque lo has bordado. Muchas gracias por tu comentario. Abrazos.
Con la fe hemos topao… Cuando nos vienen mal dadas, necesitamos echarle la culpa a alguien y cuando salen bien, instintivamente les das gracias a dios aunque seas ateo. jajaja el humano es así de incomprensible y egoísta.
Me gusta ese final, aunque trágico, como aquél que dice, siempre nos quedará Paris.
Un abrazo
Rosy, todo lo que tiene que ver con la fe y la conciencia es harto complicado, y creo que tienes razón, somos egoístas por naturaleza. Muchas gracias por tu comentario. Abrazos.
De tu relato valoro sobre todo el ritmo que consigues y la atmósfera que consigues con las descripciones. Es una historia con profundidad y reflexiones. Buen vocabulario. Suerte y abrazo.
Antonia, esa era mi intención, escribir una historia que invite a la reflexión, y para ello he intentado reflejar el desamparo de un creyente ante la pérdida de su fe, y cómo las tremendas desigualdades de este mundo siembran dudas y preguntas. Muchas gracias por tus palabras. Abrazos.
Salvador, has escrito un micro sublime. Las descripciones de inicio son para escritores constatados. Dios, da siempre otra oportunidad a las personas que se lo piden. Creo de toda sinceridad que has escrito un micro te altísimo nivel y te felicito. Un fuerte abrazo, amigo, Sotirios.
Sotirios, muchas gracias por tus palabras, me alegro que te haya gustado. Abrazos y mucha suerte para ti y tus textos.
Tema duro, que has sabido narrar a la perfección, dejando esa luz de esperanza al final. Un abrazo.
Concha, muchas gracias por tu comentario. Tienes razón, el tema es duro, pero la esperanza siempre tiene que estar presente en nuestras vidas. Abrazos.
Me gusta tu relato Salvador, esa pérdida de fe y esa nueva oportunidad que se le ofrece es una buena ocasión para empezar de nuevo, aunque siempre le quedará el acantilado. Suerte y saludos.
Ana, muchas gracias por pasarte y comentar. Al final la decisión siempre está en nosotros, en nuestra libertad individual. Abrazos.
UN tema muy profundo tocado casi de refilón. Esas dudas de las que muchos no escapan y esas respuestas que no llegan. Me ha gustado tu planteamiento. Tiene muchas interpretaciones.
Suerte
Montse, celebro que te haya gustado. Gracias por tu comentario. Abrazos y suerte a ti también.
Hay momentos decisivos en nuestras vidas. Crisis de fé, que se superan o no. El deseo de desistir. Me gusta cómo has descrito ese momento de cambio. Un abrazo.
Juanjo, hay que renovar ilusiones y metas e intentar superar las crisis en cualquier faceta de nuestra vida. Muchas gracias por tu comentario. Abrazos.
Yo no sé, Salvador,si en esas circunstancias es preferible el acantilado a seguir prestando hombros, manos y ayuda a los que lo necesitan. Pero si necesitó esa ola para que le devolviera la cordura en forma de señal, bienvenida. Una enorme tormenta interior, sin duda. Un abrazo
Eva, creo que hay que intentar mejorar con tu compromiso lo que no te gusta, pero por encima de toso está la libertad individual. Muchas gracias por pasarte y comentar. Abrazos.
Bonita resurrección..
Me ha gustado.
Jesús, esperemos que le sirva al protagonista y encuentre la motivación que tanto anhela. Muchas gracias por tu comentario. Abrazos.
Me ha gustado mucho esta tormenta interior, está muy bien escrita, refleja a la perfección las emociones y las contradicciones del alma humana. Además me ha parecido valiente y arriesgada la opción de darle una segunda oportunidad, lo fácil hubiera sido acabar el relato de forma trágica.
Suerte y abrazos
Anna, aunque segundas oportunidades no son sinónimo de victoria, esperemos que sí le sirva al atormentado protagonista. Muchas gracias por tu comentario. Abrazos.
El relato tiene fuerza, quizás le falte algo de trabajo, de reposo. La comparación de los pliegues de espuma como falda materna me gusta mucho. Lo de cota cero me resulta algo chistoso para la situación que narras. Muy bien la muesca. El segundo párrafo es muy creíble, esa pérdida de la fe por ese mirar hacía otro lado de un Dios ciego. El último párrafo esta bien para los creyentes, para mí que pierde fuerza, claro que soy ateo. Encantado de leerte, Salvador.
Ximens, muchas gracias por tu análisis, tomo buena nota, y encantado estoy yo por pasarte y comentar mi relato. Abrazos.