16. El álbum (María José Escudero)
Ayer entró en mi despacho un hombre avejentado y con pintas de tahúr fullero que dijo ser mi padre. No he conocido más padre que mi abuelo, sentencié desde la otra orilla de la mesa. Crecí bajo su amparo mientras mi madre, vejada y traicionada, cimentaba resentimientos, manifesté crecido. Horas antes, ella también había venido a visitarme y, con su perpetuo rictus de amargura, me entregó un álbum de tapas marrones con un montón de viejas fotografías. Me contó que había preparado otro igual para el abuelo que, aquejado de una bruma inexorable, dormitaba mansamente en un geriátrico. Luego, sin mirarme, añadió rotunda: “Es para que él recuerde, y para que tú no olvides”.
El abuelo me recogía en la escuela cada tarde, me adiestró para la vida con abrazos y firmeza. También me enseñó a disparar, reviví pensativo al tiempo que me aproximaba al intruso y palpaba la frialdad de la pistola oculta en mi bolsillo.
Vaya, sí que tiene rencor hacia su padre este muchacho.
Esperemos que recuerde del abuelo todo lo que le enseñó y que también, por qué no, escuche la versión de su padre. Aunque solo sea para demostrar que ha crecido con más madurez que él.
Una buena historia para una tarde de domingo. Gracias María José, que estés feliz y pases una bonita noche.
Dicen que padre no hay más que uno, algo que no puede negarse en términos biológicos, pero nadie se convierte en padre (o madre) solo por eso; lo es quien se implica, quien se preocupa, quien acepta a una criatura bajo su tutela, sin límites ni cortapisas, quien pone lo mejor de sí y da todo lo que tiene por su bien. Ese hombre que aparece en casa como si nada hubiese sucedido debió de comportarse de la peor de las maneras para generar tanto recelo, para marcar de forma negativa tres vidas. La opción de terminar con el intruso que tanto daño hizo, para que no vuelva a generar más, resulta comprensible, que sea o no la solución que cierre un círculo malicioso, ni si se llevara a cabo, queda para la imaginación de cada uno.
Un relato que suscita gran interés, en el que lo que no se cuenta tiene una importancia crucial, tanto en sus antecedentes, como en lo que sucederá.
Un abrazo y suerte, María José
Sorprendente final para un drama más cotidiano de lo que parece.
Me ha gustado mucho la forma en que lo has expuesto, María José.
Un besito virtual.
Hola, María José.
Espero que ese hombre no se rebaje al nivel de su progenitor, que no padre, porque padre es el que cría, educa y ama.
Mucha suerte con este relato. Un abrazo.
Un relato de emociones y sentimientos contenidos, en una realidad que empuja al protagonista a ajustar cuentas con su pasado. Muy bueno, María José. Un abrazo y suerte.
Hola, María José, me gusta tu historia, y cómo nos vas metiendo en antecedentes hasta llegar a ese final abierto, un auténtico marrón para tus lectores, ¡el que quiera que apriete el gatillo!
Muy bueno.
Un besito y mucha suerte.
¡Tremendo! Me encanta.
Muchísimas gracias, Mercedes, Ängel, María Jesús,Barceló, Salvador, Rosy Y Edita por acercaros y comentar. Como se puede ver y como alguien se empeñe, las fotografías sirven para recordar, pero también para avivar el rencor. Gracias otra vez y besos para todos.
Coincido en que con mucha astucia el marronazo nos lo has dejado a nosotros al dejar la pelota en el tejado o el final abierto.
Felicidades, María José, por narrarnos una historia bien urdida para leer entre líneas y omisiones.
Saludos y mucha suerte. 🙂
Historia que nos lleva muy bien a un final inquietante y abierto. Buen trabajo. Saludos
Muchas gracias, Milagros y Pablo por vuestra visita y vuestro comentario. Hay mucho rencor en el ambiente en el que se ha educado el personaje: una madre despechada que,seguramente, tiene buenas razones y un abuelo tan al pie del cañón que hasta le ha enseñado a disparar. Han pasado cosas, el intruso ha causado mucho mal y parece que el narrador está obligado a disparar, pero nunca se sabe… Gracias de nuevo y besos.
Fuerte desenlace, María José. Aunque, quién sabe, tal vez no use esa pistola que oculta 🙂
Y, como siempre, muy bien escrito.
Un besoooo
¿Quién sabe? Tal vez deje que el intruso se explique y, mientras, se lo piensa… Muchas gracias, Amparo por la visita y el comentario. Un beso.