70. El amor mudo
Mis padres dejaron de hablarse en 1997. Discutieron por algo de la preferencia en una rotonda y él dijo:
—Muy bien, pues no hablaré más.
—No, tranquilo —respondió ella—, ya me callo yo. Calladita estoy más guapa.
Y no se dirigieron más la palabra en todo el fin de semana.
Al principio resultó incómodo y luego incluso divertido, pues mi madre nos pedía a alguno que dijéramos a nuestro padre que había que sacar la basura o él nos usaba para hacerle saber que necesitaba que le cosiera un dobladillo del pantalón.
Cuando la situación se prolongó descubrimos en ellos una obcecación desconocida. Sabíamos que se amaban porque se preocupaban el uno por el otro, veían películas cogidos de la mano y, noche sí y noche también, emitían gemidos ahogados al hacer el amor.
Sus miradas eran profundamente elocuentes y transmitían tanto que llegó un momento en que dejamos de esperar que se llenara aquel vacío verbal, cosa que, quizá, incluso nos hubiera decepcionado.
Cuando murió mi padre, mi madre lo veló día y noche, sentada junto al féretro. A ratos parecía que entreabría la boca para decirle algo, pero al final la cerraba y todo continuaba igual de perfecto.
«Las palabras son necesarias cuando el amor ha muerto» leí hace tiempo en un grafiti. Esta pareja demuestra que es así. No se precisan para seguir conviviendo y queriéndose. Excelente, con la maestría habitual de tus letras.
Suerte, abrazo y Feliz Año.
Menos palabrería y más hechos probados. Un relato impecable que demuestra que lo que cuenta es lo que se hace, lo que se dice a veces solo es fachada.
Un abrazo, suerte y feliz 2023, Salva
Jajaja… eso de «Menos palabrería y más hechos probados» me ha encantado… Sí, señor.
No sè q hs pasado q mi respuesta sparece 3 veces…
Abrazo
La frase es un prefecto prefacio o colofón para mi relato… ¡Me encanta! De haberls conocido antes, la hubiera agregado como cita porque, no es que le vaya bien, es que parece inspiradora…
Gracias por leerme y comentar! Y feliz 2023 de corazón!
Abrazo fuerte
Muchísimas gracias, Ángel, amigo… Aquí, como dices, se filtra la enseñanza de aquel refran popular que dice «hechos son amores y no buenas razones» o el de «mucho te quiero, perrito, pero pan, poquuto»… jajaja… En fin, que, con origen en una bobada y sustentada en la inercia, una vida sin palabras no tiene porqué avanzar exenta de amor.
Gracias por leerme y comentar, amigo. Y feliz año nuevo