Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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58. El buitre

Asomo los dedos a la superficie y empiezo a moverlos desesperado. A punto de desfallecer, consigo sacar una mano y, enseguida, la cabeza. Escupo la arena que me ahogaba y aspiro una bocanada de aire. Logro desenterrarme y, a cuatro patas, observo mi cuerpo desnudo bajo el fuego abrasador. ¡Bastardos!, no contaban con que siguiera vivo, serían principiantes: siempre hay que asegurar que las muñecas estén bien atadas. Desorientado, comienzo a caminar de puntillas para no quemarme. Es un desierto infinito donde el horizonte se derrite frente a mí. Sin rastro de comida o agua, la lluvia de calor cae a plomo sobre mi espalda. Descubro que ando en círculos. Apoyo las manos y me arrastro por este páramo desdibujado. No aguanto más, siento como las grietas de la piel me atraviesan. Levanto la mirada y mis ojos resecos quieren romperse en mil pedazos. Por mi mente desfilan los rostros de todos los que enterré y que ahora me acompañan. Dos cuervos danzan a mi alrededor de forma macabra. Intento atraparlos, pero se burlan de mí. Ya cuando pienso que ni un milagro me podría salvar, una gran sombra aparece en el cielo y me resguarda del sol de justicia.

4 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Entre las soledades más grandes que pueden imaginarse se encuentra, sin duda, la de permanecer en mitad de un desierto. En una situación tan desesperada, a la espera de una muerte cada vez más próxima y cierta, hasta unos cuervos pueden ser recurso o, al menos, compañía. Un buitre puede tapar el sol durante unos segundos, pero su instinto no anuncia nada esperanzador para tu protagonista, a pesar del breve alivio de su sombra..
    Un relato que hasta el final hace pensar que el personaje podría salvarse, aunque ya desde el título los augurios no pueden ser peores
    Un abrazo y suerte, Francisco Javier

    1. F. Javier Cano Santa Bárbara

      Muchas gracias Ángel por tus comentarios. Afortunadamente, se cumplen los augurios que dices para un tío de esta calaña.

      Un fuerte abrazo

  2. Aurora

    Solitario y carroñero es el buitre, veo que en tu relato se han juntado dos buenos buitres y ambos pueden pasar de ser dioses a simples bestias en cuestión de segundos. Nos has dibujado un escenario escalofriante, a pesar del calor desértico que lo baña. Muy bueno, Javier.
    Abrazo

  3. F. Javier Cano Santa Bárbara

    Mil gracias por comentar, Aurora. Me alegro que te haya gustado y hayas disfrutado en ese páramo tan hostil que describo en el micro.

    Un fuerte abrazo

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