Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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61. El charco de las delicias (María Rojas)

En el río mis tías abuelas, Marta y Virgilia, no sé de dónde ni cómo sacaban una vitalidad asombrosa y se tiraban de cabeza al charco de las Delicias. Detrás se zambullía Fortunato. Yo maravillada me quedaba viéndolos. Ellos, mirando al cielo con las piernas y los brazos extendidos, flotaban extasiados, vibrantes, místicos. Las pieles con el agua se les estiraban, como las sombras con el sol, y los ojos intemporales fulguraban. Las parumas de las tías se inflaban de dicha y el calzón de lino de Fortunato formaba remolinos con la corriente.

Todo era silencio; solo el aletear de los pájaros, el caminar arisco de los insectos y alguna serpiente de maliciosa belleza que los rastreaba. El paisaje perdía sus coordenadas y se fundía en goces.

¿Era esto acaso el paraíso perdido?

5 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Un charco donde el tiempo vuelve a las personas a su mejor momento solo puede ser, efectivamente, la puerta a su paraíso perdido, que no es otro que el de la juventud, divino tesoro. El problema es que la magia no puede durar siempre, y es previsible que cuando salgan del charco vuelvan a ser los que eran, con los años a las espaldas que les corresponden.
    Un abrazo y suerte, María.

  2. Rafa Heredero

    ¿Dónde está esa fuente de la juventud? ¡Ah, que las coordenadas se pierden! Pues a mí me gustaría sumergirme en ese desorden temporal. Bueno, y quedarme allí.
    Un abrazo, y suerte, María.

  3. Rosalía Guerrero

    María, me encanta ese río, yo también tuvo uno así, en bikini y sin faldones, con el sol reflejándose en el agua helada y la dejando el cuerpo flotar. Me zambulliría ahora mismo con Marta, Virgilia y Fortunato.
    Un abrazo y suerte.

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