32. El corazón en los pies (Mar Horno)
A Eleanora se le cayó el corazón a los pies. Se le descolgó del pecho y quedó varado entre el talón y los dedos del pie derecho. Hace un ruido de cascabel huero al andar. Se le ha instalado un vacío angustioso en el pecho y un inútil lleno en el plantar. El doctor le ha dicho que habrá sido por un trauma o un desamor y, entonces, ella recuerda dolorosamente que su amante la ha abandonado. Después del diagnóstico, le recomienda una vida tranquila y que no intente enamorarse por el momento. Así que ahora ella se pasa los días sola, podando la pena, observando el vuelo de las libélulas y metiendo los pies en las aguas del lago para calmar las arritmias. El médico le ha dicho que tranquila, que no le quedarán secuelas. Si acaso, una leve cojera al amar.
Yo sé que me repito. Pero solo yo sé lo que siento cuando te leo, Mar. Así que solo puedo pedirte que sigas escribiendo. Y los demás mortales, ya te iremos leyendo
Ay mi Arantxa, mi Arantxa…
Este relato muy bueno Mar y aprovecho para felicitar a Arancha que escuché una entrevista en radio 3 y me gustó mucho. Daros la enhorabuena a las dos por vuestro buen hacer. Un abrazo de junio.
Gracias Mercedes… estamos a tope con la promo de Deje su mensaje
Un micro extraordinario, Mar. Me gusta de pies a cabeza. O a corazón. Felicidades.
Muchas gracias Lluís por tu comentario. Un abrazo.
¡Qué final tan bello!
Desde que vine de Sevilla, me he animado Elisa. Un beso.
¡Qué bueno, Mar! Lo de «podar las penas» y «la cojera al amar» me parecen exquisiteces literarias, me han encantado.
A repetir podio.
Un beso.
Hola Rafa. Esa cojera es más frecuente de lo que pensamos. Un abrazo y muchas gracias por tu comentario.
Ayyyh los médicos del alma!!! Y los escritores del alma.. Un cascabel huero, una cojera al amar… ¡Et voilá! Desaparece la chica y en su lugar está la maga… Mar Horno.
Un relato que crece a cada palabra y que me reafirma en mi admiración por ti.
Dale! Sigue! Escribe! Pide una excedencia! Retírste al monte! Lo que sea… pero no dejes de regalarnos relatos como este.
Besitos!
Muchas gracias Salvador. Desde que vine de Sevilla he escrito más que en toda la temporada, será que algo se me pegó de vosotros. Mi padre siempre quiso que fuese médico pero yo no tenía vocación, aunque yo creo que con palabras también se cura. Un abrazo muy fuerte.
Hola, Mar. Excelente, me dejas sin palabras, porque las tienes tú todas, y hay que ver cómo las utilizas. Un diez, no digo más.
Un abrazo.
Muchas gracias por tu comentario, tú si que me dejas sin palabras. Un abrazo.
Bellísimo relato. Da gusto leerlo. Felicidades.
Gracias Mª José, a mí sí que me da gusto recibir tus palabras. Muy agradecida.
Gracias por ese magnífíco microrrelato, Mar. Encantadísimo de leerte. Por favor, que siga la musa.
La musa es tan caprichosa. Pero la he agarrado bien. Pero supongo que pronto elaborará un plan de fuga. Un abrazo.
Yo vengo a leer, disfrutar y aprender, me he quedado sin palabras. Gracias por compartir esta maravilla.
Hola Belén, pues yo solo quiero que vengas a disfrutar. Un beso y gracias por tus palabras.
Magnifico relato. Todo un placer leerlo.
Bien, Mar.
Y todo un placer recibir tus palabras. Un saludo
Pues a mí me quedan secuelas después de leerte, pero no son de cojera, sino de alas que me trasladan a esos mundos mágicos que tan bien manejas.
Una vez más: gracias.
😉
Yolanda, secuelas ninguna, y menos tú, cuyas letras son un bálsamo para curar todo tipo de males desde la cojera hasta la morriña. Un beso muuu fuerte.
Increíble tu relato, Mar. Hacía bastante tiempo que no nos deleitabas con tus micros tan impactantes.
Por favor, sigue haciéndolo. Lo necesitamos para enriquecernos el alma y los sentidos con estos relatos tan hermosos. Besos mil, Mar.
Un abrazo enorme.
Gloria Arcos
Ay Gloria, sí, hace mucho que no escribo. Las musas son caprichosas. O la vida. O nosotros mismos. Espero seguir con la racha, aunque solo sea por recibir comentarios como el tuyo. Un beso.
El corazón cuando salta muy alto corre el riesgo de caerse y quedarse a los pies y, claro, después cuesta horrores levantarlo y llevarlo a su sitio pero esa cojera se cura con voluntad y compañía de la buena, jaja
Una genialidad, Mar. Encantada de leerte.
Manoli, la buena compañía siempre mejora las cosas, siempre. Gracias por acercarte a comentar. Un abrazo.
Esta mañana lo leí y tus palabras acompañaron mi día. Magistral, como siempre, o un poco más, si cabe. Un lujo leerte. Un abrazo.
Hola Eva, hoy tu comentario también acompañará mi día. Un beso.
Me ha encantado este relato, los juegos de palabras, el sentimiento. Es absolutamente divino.
Hay veces que una foto en la que apenas se observa nada, te lleva a miles de historias. Esta es mi humilde propuesta, me alegra mucho que te haya gustado. Un abrazo.
Precioso. Felicidades
Hola Isabel, muchas gracias por leerlo y comentar. Un abrazo.
Muchas muchas vueltas tengo que dar a las palabras para llegar a tu escalón.
Precioso relato.
¡¡Felicidades!!
A veces no hay que dar vueltas Esperanza, a veces no hay nada mejor que la historia desnuda. Gracias por comentar.
¡Impresionante Micro! Mar Horno en estado puro, no me puede gustar más.¡Enhorabuena! Yo te daba ya todos los premios.
Nieves, me alegra mucho que te guste y te haya hecho pasar un rato agradable. Es su objetivo. Un beso muy fuerte.
Mar, un lujo leerte.
Tus letras me dejan sin palabras (algo anormal en mí), pero solo porque me sigue apeteciendo leerte. Y te releo… y aumenta el encanto de tu relato.
Mis felicitaciones y un abrazoooo grande.
Ay amparo, qué alegría encontrarte aquí, y qué alegría recibir tu comentario. Para mí es un lujo recibirlo. Un beso muy grande.
Hacía muuuuucho tiempo que no leía algo tan acojonante.
Concretamente, desde que leí «La muerte es un perro flaco».
No digas Modes, que la muerte aunque sea en forma de perro, asusta más. Gracias por tu comentario.
Acojonante de bueno. No de dar miedito…
Mar, excelente relato plagado de expresiones maravillosas.
Enhorabuena y mucha suerte.
Besos apretados.
Pilar, la magia de colocar y recolocar palabras y sentimientos. Gracias por tu comentario. Un beso.
Hola, Mar, y ¡enhorabuena!, has escrito un relato de esos que cuando los lees te dices… ¡¡¡pero por qué no se me ocurren a mí cosas como estas!!!
Un abrazo.
Muchas gracias Rosy. No te creas, que a mí me cuesta lo mío, pero mucho. Muchas gracias por tu comentario.
Hola, Mar.
Una bonita historia de desamor que dejará, quizá, como única secuela esa ‘leve cojera al amar’.
Si solo fuera eso, nuestra protagonista podría darse por contenta. Hay amores que duelen. Y desamores que duelen más. Tranquila Eleanora.
Un abrazo grandísimo y suerte.
¡Muy bueno, Mar!… y me regalaste una nueva palabra: «huero»… la apunto. ?
Gracias Vernay. En mi pueblo se dice mucho, para muchas cosas. Un beso.
Hola, Mar. Me alegro de que te inspiraras en Sevilla para escribir, pero creo que la inspiración la llevas tú por dentro, solo necesitas dejarla fluir y le salen relatos tan maravillosos como este.
Esa «leve cojera al amar» es una genialidad.
Un beso y suerte. Veo este relato en el libro.
Lo de Sevilla fue un revulsivo, sin duda. Muchas gracias por tu comentario. Un beso.
Me encanta tu micro, muy poético y sutil. Con frases inolvidables como la del cierre: «El médico le ha dicho que tranquila, que no le quedarán secuelas. Si acaso, una leve cojera al amar.» Adoro que un texto me obligue a releerlo una y mil veces, porque encuentro en él algo que me emociona. Y con el tuyo me ha sucedido. ¡Enhorabuena!
Muchas gracias Rebeca, y a mí me emociona tu comentario. Un abrazo y gracias por acercarte a comentar.
Y yo dónde estaba que me he perdido todo esto.