Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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63. El Dorado

Acodado en la baranda del barco contemplaba como se acercaba la tierra prometida, aquella Argentina donde iniciaría una nueva vida, lejos de la miseria de su hogar. Allí haría fortuna sin necesidad de romperse la espalda en el campo como sus hermanos. Cuando reuniera suficiente dinero le enviaría una buena cantidad a Lola para el niño, aunque sabía que ella jamás le perdonaría. Todo se había precipitado aquella mañana en que, sollozando, le había confirmado que esperaba un hijo suyo. El pánico se había apoderado de él; era demasiado joven, estaba lleno de proyectos e ilusiones que no incluían trabajar la tierra, casarse con Lola y cuidar de un crio. Aquella noche empacó sus escasas pertenencias y huyó en la oscuridad, rumbo hacia la libertad y la riqueza.

Casi medio siglo después, mientras agonizaba en un hospital porteño, con la espalda destrozada tras una vida de trabajo y penurias, un desconocido entró y le cogió la mano. Cuando le miró a los ojos creyó volver a estar en Asturias contemplando los profundos ojos negros de Lola, y tuvo al menos el consuelo de irse sabiendo que su hijo era mejor hombre de lo que jamás llegó a ser su padre.

 

6 Responses

  1. Martín Zurita

    Hola, Manuel.
    Buena conexión del título con cierta parte de la emigración, la más ambiciosa. El Dorado, como la libertad y la riqueza no pasan de ser falacias. Hasta para los ricos es complicada la libertad. Tu «prota» paga muy caro todas esas ansias (saca cuartos y engaña muchachos, que diría mi abuela) con un fin loable: el sustento de su hijo por sorpresa, que tanto desconcierto le causa; el precio satisfecho se lo asegura su espalda quebrantada y la agonía final para descubrir que Lola no ha pedido el tiempo y ha hecho de su hijo un hombre de los pies a la cabeza, un hombre que supera de largo al padre. El consuelo para tanta penuria del emigrante fracasado a medias. Buen texto con un magnífico sostén de la intriga, de la tensión narrativa. Te felicito. Un abrazote.

  2. Jesús Garabato Rodríguez

    Cuántas veces lo que creemos no se cumple. Tu personaje soñaba, como tantos, con salir de la miseria sin esfuerzos, pero eso solo está al alcance de muy pocos (los que se aprovechan de gente biemtencionada e ilusa como él). Tras tantos años de penurias y, seguramente, pensamientos que le hacían sufrir tuvo, al menos, un momento, real o no, de consuelo que lo llevó a congraciarse con si mismo y sus recuerdos. Suerte y un saludo, Manuel.

  3. Ángel Saiz Mora

    Algunas decisiones se disfrazan de iniciativas valientes, cuando bajo ellas sólo laten la cobardía y el egoísmo. Huida hacia un destino incierto, en busca de una posible quimera, sin encontrar ni rastro de lo que se supone que se busca, perdiendo aquello que ya se tenía. Seguro que hubo arrepentimiento, pero también un absurdo orgullo para no volver y el miedo a un merecido rechazo. Una existencia que, al menos, al final recibe el alivio de que sus peores genes no han sido heredados por un hijo para el que no fue padre.
    Un saludo, Manuel. Suerte

  4. En este caso, la migración es una huida, cobarde quizás, con la excusa de una riqueza que le permita dar sustento a un hijo no deseado. Lo cierto: que los sueños y el dorado, se desvanecen y al final, la vida te pone en tu sitio. Lo que más me gusta es como manejas los diferentes tiempos en que ocurre el relato. Buen trabajo.
    Suerte y abrazos.

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