74. El ¿error?
Después de la llamada del director del colegio me quedé sentada en el coche con el móvil en la mano. En silencio. Sin respirar primero. Hiperventilando después. No entendía nada. ¿Por qué me había contado a mí que Alicia, nuestra vecina del segundo, la compañera de clase de Alba, estaba en el hospital? ¿Qué tenía eso que ver con nosotros? ¿Por qué me decía que había un problema con mi hija? ¿Cuál? Si Alba era una maravilla… guapa, lista y nunca se había portado mal en el colegio. Nunca. Quizá yo no le había entendido bien. O quizá él se había confundido al llamarme. Me limpié las lágrimas de la cara y arranqué el coche. Necesitaba llegar a casa. Seguro que todo era un error. Mi Alba nunca haría daño a Alicia. Aunque Alicia tuviera unos kilos de más o no fuera tan lista como ella. Estaba aparcando cuando vi a la madre de Alicia entrando en el portal. Y me escondí. Para no entrar en casa a la vez que ella; para no tener que mirarle a los ojos en esos minutos eternos del viaje en ascensor.
Una madre comprende mejor que nadie el dolor y la rabia de otra, que ve cómo su hija ha sido herida. Esos sentimientos fluyen paralelos a la de la vergüenza de quien ha engendrado a la agresora, que debe sentir eso de «tierra, trágame». Ojalá, como sugiere el título, se trate de un error y no lo que aparenta.
Un relato en el que se palpa una vergüenza al mismo nivel que el temor y la angustia, de no querer creer algo que quizá ya no tenga remedio.
Un abrazo y suerte, Isabel
Muchísimas gracias por tu comentario, Ángel. Eres muy generoso al comentar todos nuestros relatos. Un abrazo muy fuerte