72. EL JINETE
El aire de alquitrán rezuma flores. El asfalto se recalienta y los brotes se aplastan sobre la viscosidad de la brea. El camino se pone de puntillas, se encrespa. Por las piernas serpentea una marabunta de punzadas. Cabalgar, sólo cabalgar. No sentir, no caer al miedo. Ser sólo músculo trémulo. Sísifo vive bajo los chopos, entre las orquídeas del dolor. El paladar es un cielo de lijas y la lengua, una esponja de vinagre. ¡Venga, vamos! Los muslos brillan con un sudor de diluvios que baja hasta la concupiscencia. La obscenidad de sufrir es una meta. Dios no está en los arcenes: voces endiabladas te dicen que lo dejes y la vista se obnubila con telarañas de sangre. Blandes tu espada: hay que rendir a la bestia; dices que es sólo un minuto y notas que un jirón de brisa te aúpa. Ahora la ves, es ella la que está entre la nebulosa que reside en la meta. ¡Dale, dale…! Tocas el cielo y las nubes te sostienen. Es la cúspide. Ni sabes quién es, no importa, ella sonríe dulcemente. Y es entonces, cuando te acercas a su boca, que comprendes que aquella montaña, la montaña, tiene cuerpo de mujer.
SENSACIONAL, es lo que se me ocurre para definir tu talentoso , poético y precioso relato, que cierras con un broche de oro, comparando la montaña con una mujer.
Mi sincera felicitación, Eduardo
Cada relato es del lector que lo lee. Y para mí el texto discurre, entre matices poéticos, por un camino erótico más que deportivo o de superación. Enhorabuena.
De eso se trataba, Mar. Gracias
No cabe la menor duda que para escribir un relato con semejante lujo de detalles has tenido que experimentar esas sensaciones en tus propias carnes. Me ha encantado….
Efectivamente, amigo, es autoficción y, si no hubiera sido por lo que digo que encuentro al final del relato, no hubiera subido a la mayoría de esas cumbres. Un abrazo
Que relato tan llenos de emociones. Diferente, me gusta. Dura esa subida hasta coronar la montaña, dura y placentera.
Feliz verano.
Eduardo, trasmites la fuerza y emocion de lo quieres contarnos con un ritmo muy bueno. Suerte y saludos
Hola Eduardo. Con tu relato me han venido a la cabeza algunos retazos de «El Alpe d’huez», novela de Javier García Sánchez, en la que el ciclista cántabro de ficción Jabato, se escapa del pelotón durante la etapa de subida al Alpe d’huez. Tremenda novela, como tu relato..
Que tengas suerte,
Ton.
Espectacular Eduardo. …la carne de gallina! !!!!! Has mezclado mis dos grandes pasiones con maestría poética inigualable. De lo mejor que te he leído.
Bravooo! !!!!
Eduardo, parece un sufrimiento placentero, no se si esas hormonas de la felicidad andan disparadas.
Muchas descripciones y sensaciones las que nos describes de manera interesante.
Enhorabuena y abrazos.
Pura prosa poética.
Un jinete que cabalga en el erotismo para encumbrar la montaña con cuerpo de mujer.
Excelente relato Eduardo, un placer leerte.
Un abrazo, suerte.
Me ha gustado ese símil, Eduardo. Un micro muy elaborado y especial.
Mucha suerte
Muy poética esa trepada y ese sueño de mujer que pones como meta.
Un abrazo y suerte.