97. El nido del cuco
Dicen que si porque desde niño me comía la envidia, que si porque la Nati me dejó para casarse con él. ¡Chorradas! Mejor lo pasábamos nosotros, sin zapatos, corriendo detrás del balón de trapo, que él dando vueltas solo alrededor del solar en su bicicleta niquelada; y si la Nati hubiera seguido conmigo no tendría esas manos de princesa, ni las ganas de guerra que tiene ahora. No me quedó otro remedio. Me lo cargué porque se nos acababa el cuento. Y es que al chiquillo —a quien él le pagaba el quad, y el colegio, y los cursos en el extranjero— aunque finito, que en eso sale a la madre, cuanto más crece más se le va notando que tiene toda mi cara.
Genial, qué rotundo. Chapó por tu habilidad narradora, Elisa.
Me gusta el título, muy cuco. Bueno, y eso de que se nos acaba el cuento así que me lo cargo.
Enhorabuena y abrazos
Tú si que eres cuca, siempre. Enhorabuena.
Todos lo señalan como el autor del crimen; dan sus razones: envidia y celos amorosos, y es que la Nati se casa con un ricachón de bicicleta niquelada, en cambio, él solo podía ofrecerle un balón de trapo a pata pelada. Y es que él sabe que la Nati se lo pasaba muy bien en su compañía cuando eran niños y ahora de adultos mucho más, porque ese niño que el marido crio como suyo, dándole todos los lujos de la clase social alta, se parece cada vez más a él: el cuco.
Un abrazo, Elisa y una felicitación por una historia que encierra tanto en tan pocas líneas.