Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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41. EL PLACER DEL RIESGO (Rafa Olivares)

Con el tiempo, el sexo prohibido resultaba tan fácil que la pareja de amantes empezó a caer en la rutina. Fue entonces cuando, por recuperar el atractivo de su infidelidad, buscaron en el riesgo el encanto que habían ido perdiendo. Así, una felación en un confesionario en misa de doce, el misionero en el coche aparcado en doble fila en la Gran Vía, el carrete en un probador de El Corte Inglés o un sesenta y nueve en el ascensor de la Torre Picasso, se convirtieron en prácticas de alta liberación de adrenalina. Llegaron hasta la temeridad de participar en un «reality» con sexo explícito ante las cámaras y la alta posibilidad del descubrimiento por sus respectivos cónyuges. Pero estos no se enteraron; por ese entonces se encontraban los dos practicando sexo, colgados de una pared, en una ascensión al Annapurna.

12 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    La rutina es el gran enemigo de la pasión; por contra, la imaginación es el remedio para intentar esquivarla. Paralelamente, tu relato hace bueno aquello de «Dios los cría y ellos se juntan», en tanto todos los personajes tienen la misma querencia, con independencia de su condición de cónyuges o amantes y de las combinaciones entre ellos.
    Un relato, como bien claro queda expresado en el título, sobre el gusto por el riesgo de algunos seres humanos (el resto de los animales no tiene esa inquietud tan peculiar).
    Un abrazo y suerte, Rafa

    1. Bueno, alguna excepción encontramos entre el resto de la fauna, como la Mantis Religiosa, que también tiene su aquél (con tilde mientras se aclaran los académicos).
      Gracias, Ángel. Un abrazo.

  2. Ana Alcocer

    Parece lo que hoy se llama pareja abierta no? O simplemente que se importaban poco mutua y recíprocamente. En fin, me he reído un rato con tu historia.
    Un saludo

  3. Eso es un parar y… no va a tener fin. No te digo yo que, aunque se descubran, no se vayan a encontrar los cuatro (en todas sus variantes y formas), dándole adrenalina a la vida.
    jeje

  4. Isabel Cristina

    Hay una peli española de los 90 que se llama «¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?» que también le iría bien como título a tu micro. Está claro que tus personajes funcionan con la dopamina a tope. Un texto muy divertido y original. No se lo digas a nadie pero tendré que buscar eso de hacer el carrete en un probador (no sé lo que es).
    Nos leemos

  5. Hola, Rafa. Tu relato tiene más realidad de la que a simple vista parece. Me fijo mucho últimamente en los discursos y en los comportamientos de algunas personas que no tienen ningún pudor en hablar de su vida sexual ni tampoco lo tienen a mostrarla. Recuerdo haber visto algunos mamíferos en sus jaulas (los pobres), que ajenos a lo que sucedía fuera actuaban de manera natural e instintiva con sus congéneres de sexos opuestos, pero aquello era natural y lo que tu describes, pura pose.
    Muy ingenioso tu relato. Feliz tarde.

    1. Hola, Mercedes. Comparto tu observación del postureo exento de pudor al que asistimos habitualmente. He pretendido justificarlo, sin evidencia ninguna, en la búsqueda del placer que genera, no tanto el sexo, sino la liberación de adrenalina ante situaciones de alto riesgo.
      Celebro que te haya agradado.
      Besos.

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