4. El plus (Sara Nieto)
Con una delicadeza imposible de imaginar en una mujer que guarda cabras en el monte, mi madre va cogiendo el bajo del vestido de Dorita. La tela es blanquísima. Yo solo he visto ese color en los picos de mi hermano cuando madre los restriega en el río y los pone al sol del mediodía sobre las retamas. Dicen que las ricas se casan así por algo de la pureza. Serán cosas de curas, que ellas son muy de misa. La señora de la casa observa sentada en su butaca cómo nos afanamos mientras se abanica dándose golpes ostentosos contra el pecho. Mi madre saca la cinturilla y murmura que menos mal que echó sobrante la última vez. Yo supongo que Dorita se atiborra de bombones de contenta que está con su boda. Doña Dora, arrugando el hocico como si estuviera oliendo ahora mismo los picos de Agustinete pero recién cagados, le hace un gesto a mi madre para que se le acerque.
–Atiende, Manuela. No te distraigas. Dice la señora que si terminamos el vestido antes nos va a dar un plus.
Yo no sé qué es un plus, pero emocionada miro los mofletes hinchados de Dorita y rezo por que sea uno bien grande y de chocolate.
A partir de una escena breve en la que participan dos madres y sus hijas, trazas una historia con tintes costumbristas y llena de significados, con el abismo entre ricos y pobres como asunto central.
Madre e hija permanecen afanadas, como cuenta la más joven de las dos, mientras que las féminas de quienes depende su sustento llevan una vida paralela, en la misma época y lugar, pero del todo diferente y marcada por el privilegio. Para esa pequeña cronista de condición humilde, un «plus» es algo inalcanzable con forma de bombón, que puede que nunca, o casi, haya probado.
Un relato muy bien ambientado, con el que podemos imaginar un escenario y hasta cada uno de los gestos y actitudes, que se lee con agrado y también con una marcada sensación de agravio comparativo, con punzadas por la siempre injusta desigualdad.
Llevaba tiempo sin leerte y me alegro de hacerlo.
Un abrazo y suerte, Sara
Muchas gracias, Ángel. Un honor ser merecedora de tu comentario. Me alegro tanto de que te guste. Abrazos.
Bueno, no repito lo que Ángel ya te ha dicho. Me gustan los relatos que nos hacen ver cosas sociales, y este es tu caso. Las diferencias son abismales entre las personas, quien poco tiene a veces con un detalle se alegra y el otro no aprecia su abundancia.
Muy bien descrito.
Felicidades y un besete.
Y a mí me gusta describir estas escenas sociales. Me divierte muchísimo. Muchas gracias, Javier.
Muy curioso a la vez que gracioso tu relato. Espero que esa chica recibiera su plus, que bien que se lo merecía y si es de chocolate, mejor que mejor.
Abrazos y suerte.
Gracias, Mercedes. Un abrazo
Cuando he leído lo de los picos, me he recordado a mí misma poniendo cara de circunstancias cuando mi abuela me contaba para lo que servían…Tu relato tiene un tinte costumbrista que realzas con ese toque de humor. Me quedo con ese «sacar la cinturilla» que deja entrever que hay algo más que lo que la inocencia achaca a la ingesta masiva de chocolate. Me ha gustado tu historia.
Mucha suerte. Un beso.
Muchas gracias, Paloma. Valoro mucho tu opinión. ?
Gran relato de la diferencia social, me suena de historias que contaba mi madre. Muy bueno, me ha gustado. Suerte y un abrazo, Sara.
Me encantó, Sara. Está lleno de detalles y de segundas lecturas que deslizas de una forma magnífica. Abrazos
Muy bonito y con ese plus de humor tan difícil de conseguir.
Abrazos marinos