Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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48. El que espera, desespera (La Marca Amarilla)

Adela siempre llegaba tarde.

Cuando era una niña su madre tenía que estar detrás de ella para que pudieran salir de casa con tiempo de llegar a sus citas.

Ya de adulta la impuntualidad se instauró escandalosamente en su día a día y de por vida. Ni exámenes, ni trabajo, ni novios hicieron que Adela cambiara su actitud, aunque se lo reprocharan constantemente. Con el tiempo se evidenció que muchos amigos y familiares dejaron de citarse con ella si no gozaban de mucha paciencia o interés justificado.

Cuando cumplió 152 años todos se extrañaron de que una ancianita menuda y enferma no muriese. Adela, aunque no tenía prisa, sí quería irse del mundo, pero ignoraba que podía inocular a sus asistentes la facultad de llegar tarde a todos los sitios.

Y esa eterna impuntualidad desesperaba a la Señora Muerte, que nunca encontró el momento de llevarse a la anciana; siempre que lo tenía todo dispuesto, Adela llegaba tarde a la cita.

La Muerte, que tenía prohibido actuar a su albedrío, debía esperar a que sus destinos coincidieran. “Más vale tarde que nunca”, se conformaban las dos.

 

3 Responses

  1. Qué interesante la actitud de esta señora que con su retraso , con su vida más tranquila ha llegado a burlar a la muerte y vivir tantos años. Apendamos los estresados, los nerviosos, los que pensamos que la vida es siempre ya, ahora. Buena y simpática hisoria, Suerte

  2. Enrique Mochón Romera

    Muy ingenioso y original, Marca. Imagino a la Muerte, esperándola en uno y otro sitio, como el Coyote al Correcaminos, aunque sólo el tiempo estipulado. Mucha suerte y un abrazo.

  3. Ángel Saiz Mora

    Una persona capaz de tomarse la vida con tanta calma, sin importarle las consecuencias y los efectos en sí misma y en los demás, es lógico que tenga una trayectoria más dilatada que el resto, que hasta sea capaz de sortear a la misma Parca, con toda su paciencia. Ambas saben que acabarán encontrándose. Mientras, cada una a lo suyo.
    Un relato simpático y contracorriente de puro original, pues puede tomarse como una filosofía de vida basada en algo socialmente mal visto: la impuntualidad, tan unida a tu personaje como su sombra. Cuando se dice que las prisas no son buenas debe de ser por algo, tal vez porque acortan la existencia. Quién sabe si un poco de relax y caos no son recomendables.
    Un abrazo y suerte, Marca

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