25. El quebrar del cascarón
Sabía cómo respiraba. Cuando la vida fluía dulce y la brisa entrelazaba aromas de flores al sol, tomaba aire: cuando el frío cristalizaba las nubes, se le congelaba el aliento. Sabía de su pinza, como de langosta, dispuesta a cercenar lo feo, de sus alas de plumón para cobijar, de su oreja enorme de elefante africano que lo escuchaba todo, de sus miembros suaves que acariciaban señalando la luna. Le vi alimentarse, digerir venenos y delicias para crecer equilibrado. Esperé durante años que rompiera la corteza.
Ahora sé que el veneno le provoca cólicos de ira y los manjares un ansia feroz; que tiene atrofiadas la oreja y las alas, que la pinza se ha vuelto indiscriminada. Que le ha surgido una boca con colmillos afilados que muerde y vocifera, unas garras que ignoran el cielo. Le siento taladrar la realidad para tomar el control, carcomer tu piel para emerger. Como una larva que sabe que ha llegado su momento. O el mío.
Y aquí estoy, buscándote en sus ojos. Una garra estrangulando mi muñeca, sin oreja que escuche. Dos bocas a punto de gritar, la mía de miedo. Y a diez centímetros de ambos, el mango de un cuchillo.
Tu relato combina una musicalidad lírica y sutil con una fuerza arrolladora. A partir de aquí me atrevo a hacer una pequeña interpretación personal sobre el argumento, aunque es posible que no acierte. Hay un contraste abismal entre la promesa y la esperanza que, tal vez, los padres ponen en un muchacho, hasta el fiasco del adulto en el que empieza a convertirse, con una adolescencia complicada, rebelde y hasta peligrosa.
Un abrazo y suerte, Eva
Pues me alegra que tu interporetación personal se corresponda con lo que trataba de contar, Ángel. Un alivio, de verdad. Gracias por estar siempre. Un abrazo
Hola Eva,
Un microrrelato contado con muchísima fuerza; una fuerza imprescindible y además un título magnífico.
Enhorabuena.
Gracias Isabel cristina, me alegra que te guste. Un abrazo.
Todo lo extremo que es esa etapa llamada adolescencia aquí la encontramos muy bien representada y descripta con símiles del mundo animal y en esa forma, esas imágenes crudas y a la vez poéticas, reside el impacto y la fuerza del micro… Un adolescente capaz de todo lo bueno y lo bello pero también de lo más terrible, como indica el mango del cuchillo y la boca de esa madre que grita de miedo… Entre nos, también pienso que ese dato bien podría aplicarse a un caso de violencia de género, donde la persona que se creía conocer muta sus gestos, rostro y trato en alguien que se desconoce y resulta monstruoso (esto lo pensé antes de leer los otros comentarios que te hicieron, jaja).
Muy bueno, Eva.
Besos y abrazos para vos 😘😘😇😇
Gracias Mariángeles, bien podría servir para cualquier ‘mutación’ o desenmascaramiento humano. Traté de meter larvas y cascarón por eso, jajaj, Un abrazo.
A veces, el quebrar del cascarón del hijo coincide con el quebrar del corazón de su madre, como es el caso, creo. También creo que esta astilla sale al palo. Igual me equivoco.
Pues podría ser, Edita. Creo que muchos olvidan que los hijos aprenden no solo en la escuela y de los libros sino en casa y por imitación. Unha aperta grandota.