Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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EL RITMO Y EL TONO

dino 25Ya hemos visto que la voz del narrador resulta decisiva para introducir aquello que queremos contar al lector. Hablamos de voz porque hay algo de oralidad en cualquier texto escrito. Aunque el lector sigue con los ojos, en silencio, las palabras y las frases, le parece estar escuchando, en su interior, cómo alguien le va relatando (en un tono frío o suave o amenazante) aquello que lee. Es por eso que somos sensibles al ritmo, a la melodía y resonancia de las palabras, a las cacofonías… Sin voz, sin sonido, todo esto no existiría.

Algunas veces, un relato nos maravilla y no sabemos por qué; está bien que no lo sepamos, porque en ocasiones esa magia proviene de la voz que nos lo está narrando, y no ser capaces de identificar el elemento que nos cautiva demuestra precisamente su eficacia.

Estos secretos de la escritura, al fin y al cabo, no son sino técnicas que el escritor utiliza, de manera deliberada o intuitiva. Y la elección de determinada voz marcará el texto desde la primera línea hasta la última.

Veamos dos características de la voz del narrador que servirán al escritor para modularla: el tono y el ritmo.

El tono

El tono puede ser más grave o más agudo, más monótono o más cantarín, más serio o coloquial, y marcará la cadencia del discurso. Los mismos hechos narrados en tonos distintos adquirirán distinta relevancia, pudiendo navegar la narración entre los extremos de la tragedia y de la farsa; de la alegría y el miedo; la excitación o la apatía.

Es fundamental para lograrlo la elección de las palabras. Los muebles descoloridos o astillados, alguien que arrastra sus pies, que levanta una antigua foto familiar con un brazo huesudo, que lleva puesta una chaqueta gris de paño y tose constantemente… nos trasladan a una atmósfera oscura, febril; en cambio, un gatito que tiene nombre porque es un amigo, da brincos por la sala porque está contento, que saluda frotando su lomo contra la pierna del personaje o se aleja altivo, según su estado de ánimo, nos trasmite una alegría: el texto parece estar inundado de una luz que falta en el anterior ejemplo.

El ritmo

El director va a ir marcando con su batuta de director de orquesta, esto es, su voz,  el ritmo del discurso, que ha de amoldarse a lo que nos está contando. Si el ritmo está descompensado, el lector percibirá cierta somnolencia ante la monotonía de las frases o le entrará tal taquicardia que dejará el texto para cuando se sienta más tranquilo.

El rimo vendrá marcado por varios factores. El primero será la longitud de las frases. Las frases largas están muy bien para hablar de sentimientos, pero no para la novela negra. Actualmente se tiende a acortar las frases porque la vida, y por tanto, la realidad escrita, es más acelerada. Vivimos deprisa, queremos saber las cosas rápido, nos pierde la impaciencia. Por otro lado, si se está contando una persecución, más vale que lo haga con frases cortas, concisas, para que el tiempo del discurso no sobrepase con creces al tiempo de la acción; las oraciones cortas dan, pues, velocidad al texto. Pero si lo que se nos está contando es la contemplación de un paisaje, se podrá recrear en oraciones largas y calmosas. En general (y respetando el estilo propio) se recomienda ir alternando frases largas y cortas, para evitar la monotonía o el frenesí.

La longitud de los párrafos también influirá en el ritmo del relato. Conviene no cansar al lector con párrafos kilométricos, ni hacer saltar constantemente de uno a otro. Con todas las excepciones que pueda imponer cada narración, valga como norma general la misma que con las frases: alternar párrafos largos y cortos dará un ritmo variado al texto, como en las sinfonías los tramos lentos y rápidos.

Otro factor que regulará el ritmo es la subordinación o coordinación de las oraciones. La subordinación crea, en general, un efecto acumulativo: las oraciones subordinadas se van acumulando a la principal, engordándola y cubriéndola de matices significativos. La coordinación, por su parte, proporcionará reiteración (y, y, y) y sucesión de los acontecimientos.

Por supuesto, el ritmo de la voz del narrador tiene mucho que ver con el estilo del escritor, pero también en buena medida con la historia que nos cuenta y con la habilidad para evitar la monotonía o la dispersión. En conjunto, los relatos son como una sinfonía, con un ritmo de fondo y variaciones que se van desarrollando en consonancia con el contenido. Son técnicas que el escritor usará, en general, de forma intuitiva, pero que a la hora de revisar habrá de tener en cuenta.

 

4 Responses

  1. Ana Fúster

    Muchas gracias por el artículo, Susana (por cierto, me encanta el bicho de este mes, te salen bordaos). Una cosa que llevo haciendo algún tiempo a sugerencia ajena es leer los textos en voz alta cuando ya crees que están listos. Y quien me lo recomendó tenía toda la razón: te llevas sorpresas. Temas de puntuación, frases demasiado largas, aliteraciones que chirrían, rimas internas, muchas cosas salen a relucir. Por si le vale a alguien ahí queda.

  2. Leer en voz alta es en mi caso el penúltimo paso antes de dar por bueno un micro. Que no quita para que luego, si puedo, seguir corrigiendo y más corrigiendo. Soy mi eterna correctora perfeccionista. Qué cruz.
    Besote, Ana.

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