78. El secreto (Jerónimo Hernández de Castro)
Se aproxima la fecha de su aniversario. Aunque ya no puedan salir a celebrarlo, la anciana pareja se arreglará con esmero, para disfrutar de nuevo su menú ritual de platos favoritos.
Ella repetirá emocionada el relato de su primera cita a ciegas. Cómo, por supuesto, tuvo que tomar la iniciativa y se presentó en la cafetería con su vestido rojo de lunares, un libro de poemas y el sombrero de paja.
Él asentirá sonriente cada detalle de la historia, que su amada conoce casi por completo. Se morderá los labios para no revelar el detalle que le oculta hace décadas, respirando aliviado porque siga convencida de que la idea de cenar en otro sitio se le ocurriera a ella.
Como todos los años se sentirá triste y miserable unos instantes, por no confesarle que aquella noche en una mesa cercana, otro chico con camisa verde, gafas plateadas y una rosa en la mano también la esperaba.
La larga vida en común de esta pareja ha sido feliz y provechosa, pero un secreto lo desluce todo desde el principio, al menos para una de las partes del binomio. La falta de sinceridad, pensar, de forma inevitable, en qué habría pasado si hubiera sido honesto, le reconcome y deja una sombra demasiado alargada sobre su proceder. Bien hecho está lo que bien resulta, el problema es ese «pero» que viene después, la falta de confianza, el remordimiento de ser, en realidad, un usurpador, de haber robado, quizá, un porvenir de dicha a otro hombre.
Una historia muy original en la que se superponen planos paralelos. Un relato sobre esos secretos que, según se dice, todo el mundo tiene. Con la mayoría se puede vivir y seguramente sea mejor que permanezcan ocultos, quizá también con el del relato, o puede que no. La sola duda, la de no haber hecho lo correcto, es un duro castigo sin remedio.
Un abrazo y suerte, Jero
Muchas gracias Ángel. Un dilema moral cotidiano entre la sinceridad total y la felicidad de toda una vida.¡ Difícil elección! Un gran abrazo!
Hola Gero. Lo conozco por el programa pasapalabra. Primera vez que leo un escrito suyo y me ha gustado mucho. Saludos desde un pequeño pueblo de León de una Venezolana
Muchas gracias Maria Alejandra. Otra manera de jugar con las palabras. Un abrazo
Hola, Jero, pues yo creo que tu protagonista debería de dejar de sentirse culpable, no sé, pero me da que el de las gafas y la camisa verde no le habría hecho tan feliz como él… 😉
Te deseo mucha suerte con este relato y espero que al jurado le guste tanto como a mí.
Un abrazo.
Muchas gracias Rosy!Quizá el que esperaba aun siga allí por si acaso, o emprendió un nuevo rumbo. Para la próxima historia! Un beso!
“En el pecado lleva la penitencia”. Pobre, parece un ladrón honrado. Si creyera en el destino, diría que no fue culpa de él, que su sino estaba escrito: hacer feliz a esa mujer a cambio de su remordimiento eterno. Pero como no creo en él, diré que es una gran historia del gran Jero.
Muchas gracias Edita.Me encanta la imagen del ladrón honrado. Un beso grande grande
Un micro excelente con un final sorprendente, Jero.
Te deseo mucha suerte.
Besos apretados.
Muchas gracias Pilar! Es una gran alegría para mí que te haya gustado! Un beso