47. EL SENDERO DE LA DIOSA
…y entonces despertó. Todavía le dolía la pierna, sus manos estaban amoratadas y no sentía los dedos de los pies; pero antes de caer rendida le había parecido oír voces. El bosque parlante debía de estar muy cerca.
Se puso en pie cómo pudo. La nieve había cesado y era un buen momento para seguir el rastro de aquellos susurros que a medida que avanzaba se hacían más fuertes. Al adentrarse en la espesura, los árboles despertaron a su paso, y, la alzaron en volandas, compasivos con su fatiga, pasándosela entre sus ramas para acercarla al gran arco de las Deidades. La séptima cúpula se hallaba ante ella.
Antes de cruzar, Maddi pensó en su Diosa, aquella que le asignaron de niña. La visualizó, respirando, y cruzó sintiendo la brisa suave del aleteo de un pájaro. Todo dolor desapareció. Su piel se tornó cálida y los pies volvían a responderle. Era perfecto, pues la Diosa, siempre magnánima, se había vuelto visible a sus ojos. Agradecida, Maddi se postró a sus pies suplicando: “Descorre mi velo, musitó. Tú que posees la vara del destino, háblame de mi misión“.
La Diosa alzó a Maddi y, acariciándola, le dijo: “Yo Soy tu misión“.
Ines, la magia y fantasia del cuento lleva hacia esos lugares que describe adentranos en ellos. Suerte y saludos
Ana, Calamanda, muchas gracias por leer y comentar.
Un abrazo y muchos besos!!!
Triste y bello a la vez…llegó por fin a su particular paraíso.
Un abrazo, Inés.
Gracias, Amélie, me alegra que te guste.
Abrazos.
Inés, me encanta, a ti te pasó lo que a mi, hemos empezado el relato con el tema de enero de 2013, ja ja ja, me dio tiempo a variar el mío, para meter la nieve al final, aunque dejé el inicio.
Es que no te fijas ja ja. Muy tierno, me recuerda a los TBOS de mis hermanas de los años 60’s que a escondidas leía yo y eran de hadas y príncipes.
Un beso
Jo, Epi, no se te pasa una jajaja
Me ha encantado que les robaras esa clase de tebeos a tus hermanas. En el fondo eres un tierno y un romántico.
Besos!!