65. El sillón
A lo largo de mi vida, había plantado un árbol, tenía hijos, solo me faltaba escribir un libro. Era mi asignatura pendiente. Lo podía escribir, de mis memorias, recuerdos, también puedo escribir una novela de ficción, un best seller, una policiaca o negra como la llaman ahora. Pongo en marcha el ordenador y tecleo. Mejor hago un borrador, como antaño, papel, lápiz y una goma para borrar. Junto a la ventana, en un lugar apartado del salón, permanece mi sillón orejero. En él escribiré, lo arrastro, lo coloco frente a la mesa.
¡Cuánto pesa! La tapicería está muy gastada y desteñido el color. Guardián de mis vivencias, buenas y malas e incluso guarda escenas de amor, caricias, besos y alguna que otra lágrima.
-¿Cómo lo he abandonado tanto? Lo tenía que haber llevado al tapicero.
Al moverlo se ha desencolado. Está para pegar. No tengo pegamento. Iré a comprar.
Cuando vuelvo, mi casa está completamente vacía, han entrado los ladrones a robar, se lo han llevado todo. Solo me han dejado, mi sillón orejero.
Mi novela, será de detectives, de intrigas. Ya tiene un título, un argumento, me falta el final. Y les pregunto ¿Por qué me dejaron el sillón?