Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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22. EL SOL DE ARTURO (Mercedes Marín del Valle)

Pasaban los días y los meses, y su pequeña crecía sin pronunciar, un «mamá» o un «papá»; vocablos que tan sencillos parecían en boca de otros bebés.
Los médicos coincidieron en que no había nada anómalo en ella. Escuchaba y ejecutaba perfectamente los mensajes y se desenvolvía correctamente en su, lógicamente, restringido entorno. Sin embargo, por prevención, recomendaron llevarla a clase de lenguaje de signos, lo que no convenció mucho a sus padres, que pensaban que aprender así, no ayudaría. Entristecidos, pero no vencidos, devoraron con avidez, libros y artículos intentando encontrar una explicación al retraso verbal manifiesto en su pequeño tesoro.
Una mañana yendo a terapia, su padre le hablaba para entretenerla y para, de paso, minimizar su estrés, provocado por el inabarcable tráfico del diario.
La niña soltó una carcajada infantil cuando, parados delante del semáforo, el hombre canturreó:
—Verde, verde…que se ponga verde.
—Amarillo, amarillo —gritó ella, pronunciando correctamente todas las sílabas.
Incrédulo y emocionado, buscó con sus ojos qué milagro había desatado por fin su lengüita atrapada.
En el vehículo de al lado, un gran sol era agitado con fuerza por un niño al que enseguida reconoció. Era Arturo, el amiguito de terapia de su hija.

2 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Ni siquiera cuando todo parece perdido lo está realmente. La resignación no es una opción. En el ADN de todos, más en el de los padres, debería estar (y lo está casi siempre) el ánimo de no rendirse. Ya lo dices en tu relato: «entristecidos, pero no vencidos». Los niños son personajes increíbles y fascinantes, que no dejan de sorprendernos.
    Un relato emotivo que muestra que nunca hay que perder la esperanza.
    Un abrazo, Mercedes. Suerte

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