15. El sorteo
Cada diciembre, coincidiendo con la onomástica de su fundador, el bufete de Eloy Bergareche celebra el aniversario de su inauguración. El veterano jurista, con una copa de champán en la mano, aguarda impaciente el sorteo de una cesta navideña entre socios y trabajadores. Le sorprenden de nuevo los cambios en la decoración y, sobre todo la escasa concurrencia, justificable por el trabajo febril en épocas de cierre de ejercicio; pero su inquietud desaparece cuando el administrador le entrega la caja decorada, que guarda los nombres de los posibles agraciados.
Uno tras otro lee en voz alta los papelitos que extrae, Al no obtener respuesta, los descarta alborozado con la fórmula: ¡Decae en su derecho! Finalmente, sucede lo inevitable y don Eloy grita como un niño su propio nombre.
Solo entonces advierte la presencia de dos desconocidos con bata blanca, que toma por empleados de los almacenes proveedores del obsequio.
– Tranquilo don Eloy, se la llevamos a casa, como otras veces.
El anciano regresa feliz a la residencia donde vive hace tiempo, aunque al administrador no le cuadren las cuentas, empeñado en mantener la tradición un año más, sin saber cómo justificar los gastos ante la nueva directiva.
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Solo las mentiras piadosas están justificadas e incluso pueden ser recomendables. En este caso, casi son una medicina, un placebo por lo menos. Muy bien.
Gracias Edita. Una mentira bien urdida para hacer feliz a don Eloy mientras sea posible. Muchas gracias y un abrazo
Él vive en su fantasía, que no le hace daño a nadie. Puede parecer digno de lástima, cuando, quizá, sea digno de envidia, al ser más feliz que muchos de los considerados sensatos y cuerdos. Los empleados de la bata blanca hacen una labor encomiable, más allá de lo profesional, pero más aún el administrador de la empresa, a pesar de los gastos que la tradición supone; seguro que la empresa se lo puede permitir, al fin y al cabo solo es una vez al año, y la alegría sincera de don Eloy bien lo vale.
Un relato muy simpático y con un contenido humano que, aunque sea ficción, transmite la esperanza de que aún queda gente buena.
Un abrazo y suerte, Jero
muchas gracias Angel por tus comentarios. A veces poner un poco de teatro puede alegrar la vida a los demás para que vuelvan felices al mundo de la realidad..Un grandísimo abrazo
Qué bonito, Jero, ese detalle para que el hombre siga siendo feliz. Su sonrisa y el brillo de sus ojos seguro que son más que recompensa para el administrador. Este tipo de mentiras sí valen la pena.
Un abrazo.
Muchas gracias Ana! Me alegra mucho que te haya gustado y haberte robado una sonrisilla. Un abrazo grande