Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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¿EL TAMAÑO IMPORTA?

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EL EMIGRANTE

 

Para quienes no lo conozcáis, os presento el microrrelato reconocido como el más corto de la literatura. Publicado en 2005, acabó con el reinado de “El Dinosaurio” de Monterroso con solo cuatro palabras. Su autoría corresponde al escritor mexicano Luis Felipe Lomelí.

 

El Emigrante

 

“¿Olvida usted algo? “” -Ojalá”

 

Ya hemos hablado en otras ocasiones de la importancia del título -en este relato mínimo es imprescindible para su comprensión- y de la elipsis tan característica de los microrrelatos. Comprobamos que con solo una palabra, la de la respuesta: “Ojalá”, es capaz de evocar en nosotros la nostalgia de lo perdido, la tristeza del desarraigo. Y eso pasa porque nosotros conocemos, directamente o no, ese sentimiento. Es parte de nuestro patrimonio cultural-emocional.

 

Pero como de todo esto ya hemos hablado y seguramente volveremos sobre ello, esta semana vamos a debatir sobre los hermanos pequeños de los micros, los que se han dado en llamar “ nanorrelatos”. ¿Consideramos los nanorrelatos como verdaderos cuentos o son más bien una ocurrencia afortunada? ¿Pensamos que debe existir un mínimo o máximo de palabras, y por tanto cierto material narrativo, para escribir un buen cuento?¿Con qué extensión nos sentimos más cómodos a la hora de escribir?¿Son los “nanos” un género aparte o se inscriben dentro de los microrrelatos? Sobre estas y otras cuestiones incidiremos esta semana para concluir si el tamaño ( en literatura) importa.

 

17 Responses

  1. Mel

    ¡Qué preguntas tan sesudas haces Paloma!
    ¿Los nanos son cuentos? No me atrevo a contestar, son como detonantes de un relato. Es decir no cuentan una historia que sabes cómo empieza –nudo-, se desarrolla, y como acaba, nooo, es un chispazo que salta y que hila historias que ya tenemos dentro y, como en este caso intuimos que echa de menos su país, gentes, costumbres… nos abre a la imaginación de que ahora está peor que antes… en fin, es como ver un cuadro abstracto y ver qué nos evoca.
    Yo no me siento cómoda en espacios tan reducidos la verdad, llego de distancias más largas y ya los micros han sido todo un ejercicio mental para mi, pero los nanos, sin duda no es lo mío. Y eso, que la semana que viene os voy a poner a jugar con ellos…

  2. Susana Revuelta

    Un nanorrelato es un microrrelato, eso pienso. Pero si ya es complicado jugar con la elipsis en cien o doscientas palabras, en un renglón hay que tener una pericia especial. Meter el bisturí (el dedo no cabe en una línea) y hacer la incisión mínima pero certera para que sangre.
    Tampoco es mi terreno, ni este ni el de los haikus, lo cual no quita para que me guste a veces experimentar con ellos, en petit comite.

  3. Pues depende… Yo creo que tanto los «mano» como los «micro» son relatos o no según cuenten una historia o simplemente una anécdota o una escena. El ejemplo que ha puesto Paloma, para mí, es todo un relato, sólo corto en el número de palabras, pero no en el contenido. No sé con certeza si este es mi terreno o simplemente estoy de ocupa. De lo que sí estoy segura es de que me encuentro muy cómoda en él.

  4. Yolanda

    A mí, amante de lo brevísimo, me encantan los «nanos», pero creo que están ahí, suspendidos entre la genialidad y la ocurrencia, hay algunos muy impactantes y otros que, siendo atractivos huelen a eso, a mera ocurrencia, y doy fe de ello que soy autora de unos cuantos.
    La verdad creo que la clasificación deben hacerla expertos en la materia.

    Interesante debate.

  5. Paloma Casado

    Yo pienso que los nanos son ocurrencias, habitualmente geniales, con sentido narrativo. Requieren aún más que los micros la colaboración del lector, porque éste ha de completar, a partir de su breve enunciado, la historia que existe detrás. Son un chispazo de la imaginación que solo requiere esas pocas palabras precisas. Yo me siento más cómoda con los microrrelatos porque me permiten un mejor desarrollo de la trama, la creación de una atmósfera,de un personaje…pero a veces, he tenido alguna inspiración que solo podía ser escrita con esa brevedad.

  6. aurora royo

    Creo que en otro espacio ya os mostré mi opinión al respecto. Desde mi punto de vista no experto en técnica creo que cualquier escrito que me transmite algo y me produce una emoción -del tipo que sea- es un relato. Bueno, no todo, claro, imagínate un escrito de Hacienda que me reclama pasta, pues me produce emoción -de qué tipo es otra cosa- y, desde luego, es un escrito, pero no es un relato (aunque, uhhh, según como se mire…)

    En el que nos trae Paloma, además, me atrevo a añadir que, aunque reducido, existe introducción, nudo y desenlace. Esas cuatro palabras nos cuentan una historia y nos producen una sensación. Y digo «nos» porque el relato es conocidísimo y famosisímo, quiero decir que no se ha quedado en un mero chascarrillo. La cosa es que le ha dado fama a quién lo puso por escrito, aunque sea una frase que hayan repetido miles de personas. Es decir, podríamos entrar en el debate de de quién es el mérito o el talento, o si existe en este caso, incluso.

    Y dónde estoy más cómoda, a la hora de escribir?. En mi caso, me resulta más fácil cuanto más corto. Soy de las que creen que, efectivamente, a buen entendedor pocas palabras bastan. Y como os he comentado en otro espacio, si en corto ya se me entiende mal, si me alargo me lío y ya no se me entiende ni jota (ahora es cuando alguien debería decirme, no mujer, que se te entiende guay!!, jijijiji), aunque no me veo capaz de escribir un nano (al menos tan bueno), porque me parece que para escribir algo original en algo tan pequeño hay que ser muy inteligente, para hacer entender el verdadero sentido que se pretende (ahora otra vez: que no, mujer, que eres mu lista…)

    En fin, en ENTC tenemos un nanorelatista mencionable, Edelweines. Escribe poco y dice tantísimo…

    Abrazo.

  7. Antonia

    Pues yo prefiero escribir en género femenino :-P, pero prefiero el género masculino, ¿o es al género masculino?
    p.d. Para Ana, eso Anuska, el género con sustancia, como los jamones, si no ¿para qué?
    Aquí andamos desnudando las almas.

  8. El nano relato, el hiperbreve, el mini cuento, etc. no es una ocurrencia, ni tampoco es un subgénero, es con toda propiedad un microrrelato. Decir que los “nanos relatos” son una ocurrencia es darle la razón a los que descalifican al microrrelato como un género con características propias, y habría que incluir en este calificativo a las greguerías, los aforismos, los refranes y otras formas cortas que han ganado su espacio en la escritura. Creo que la duda se produce por la extensión del texto, entonces, ¿es El Dinosaurio de Monterroso una ocurrencia o un microrrelato? Un texto de seis palabras, como el “Inmigrante” (incluyendo título), puede provocar más reacción en el lector que uno de 200 palabras.

  9. Antonia

    Ana, Ana, yo hacía broma sobre mi género, el cual, escriba desde la voz que escriba, no deja de ser femenino. No me lo quito para escribir.
    Pues voy escribiendo de vez en cuando «tonteridas» en estos blogs tan estimulantes, didácticos y apetecibles.
    Abrazote.

  10. Esperanza Tirado Jiménez

    Añade otra variación de nanorrelato: relatítulo (es el título en menos de 10 palabras o 140 caracteres en el que va incluida la propia historia). No sé si existe más allá de twitter.
    Si ya es difícil quedarte con 100 ó 200 palabras para contar algo, ir reduciéndolas cada vez más y más y que salga una historia con sentido me parece supercomplicado. Hay que ser un experto muy experto.

  11. En mi opinión un texto tan pequeño puede parecer una feliz ocurrencia. Pero eso es precisamente un relato corto: contar algo transmitiendo emociones, y evocando toda una secuencia de imágenes a su alrededor. Y esto se puede hacer igual con más o con menos palabras.
    En el caso del ejemplo, no hacen falta más, porque la historia la construye cada uno a partir de las seis palabras. Por ello me parece sencillamente genial y difícilisimo de conseguir.
    Felciidades a Paloma por traernos estas pequeñas tertulias.

  12. Eduardo Iáñez

    Creo que todo texto que cuente algo es un relato, en cualquiera de sus formas: novela, cuento, microrrelato o nanorrelato. No creo que se trate de un problema de límites, como todos prácticamente señaláis, sino de necesidades. ¿Puede contarse algo en seis palabras? Si el autor no necesita más, evidentemente sí. (Os remito al final de mi comentario.)
    Ahora bien, eso no debe desembocar, como también se ha señalado, en la mera ocurrencia. De hecho, un aforismo, una moraleja, una greguería (aunque no siempre en este caso) no son formas de relato, sino de pensamiento. Y aunque en todo relato hay implícita una idea, como forma literaria que es, en el relato la forma va unida al fondo, la técnica está ligada a la idea, algo que no sucede en los llamados géneros gnómicos.
    Y vayan un par de ejemplos de Javier Puche, el autor de «Seísmos», cuentos en seis palabras:
    Llora en la celda el inmortal.
    Decapitado, sigue pensando el filósofo tenaz.
    ¿No creéis vosotros que no puede dudarse de que son formas de relato? Mínimos, precisos, desconcertantes… pero relatos en sí mismos, indudablemente. Sus sugerencias son múltiples, invitan a su vez a nuevos relatos…; son como relatos primigenios, como un retrotraerse a la chispa primera que iluminó en el hombre la necesidad de contar. O al menos así lo veo yo.
    Felicidades, Paloma, por sacarnos este cabo de conversación. Saludos.

  13. Paloma Casado

    Cuando hablaba de «ocurrencias» no lo decía en sentido peyorativo como parece habéis interpretado, sino en el sentido de chispa, de genial inspiración que solo se explica con pocas e indispensables palabras.

  14. Yo tamabién interpreté el sentido de ocurrencia, como genialidad.
    Porque además estoy convencida de que contar algo en pocas palabras tiene más dificultad que cuando nos podemos extender en mas explicaciones.
    Me gustan mucho, muchísimo estos pequeños debates.
    Saludos

  15. Ana Fúster

    Los nanos son relatos cuando lo son, y disculpad la obviedad. Hay muchos nanos por ahí que se quedan más en el apunte jocoso, la ocurrencia brillante o el juego de palabras que en otra cosa. Como se ha dicho por ahí arriba, un relato debe contar una historia, y para eso a veces hacen falta 5.000 palabras y otras veces 5. La genialidad del nano es ser capaz de poner en marcha en la mente del lector todos los mecanismos necesarios para que la historia quede narrada con tan sólo una frase (o menos). Y desde luego, el título en estos casos es fundamental.

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