82. EL TESORO
Una foto es un instante congelado. Una lágrima de tiempo o una gota de su rocío: triste o alegre, según, pero siempre detenido e inalcanzable.
“¿Qué llevas ahí?”. No contestó. En realidad ya nunca hablaba. “Ah, es una foto, ¿a ver?”. Se la quitó de las manos. La chica se arrugó; igual que la foto en la mano del muchacho. De pronto sonó el timbre y él perdió todo el interés: la tiró al suelo y salió corriendo a clase. En medio de la marea de gritos y niños poniéndose en fila, ella recogió su foto y escapó al baño: allí, con la seguridad del pestillo echado, la estiró obsesivamente sobre su pecho una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez…
La llamada del colegio sorprendió a la abuela poniendo la lavadora. Cuando llegó a recoger a su nieta la encontró hecha un ovillo en secretaría. Cogió su mano, le ayudó a guardar la foto en la mochila y, deshaciendo con amor ese nudo nervioso y triste en que se había convertido, se la llevó a casa.
Una foto es también un tesoro cuando es lo único que nos queda después del incendio.
Pobre chiquilla. ¡Solo le quedaba esa foto!! Final inesperado y cruel realidad tanto con la perdida, como con el acoso. Suerte Isabel.
Besicos muchos.
jo, qué final más tristísimo.
Lo que no quiere decir que el micro no me gusta, que sí, que me gusta; pero JO qué final!!
Hola! La verdad es que sí me ha salido muy triste: no era la intención inicial (además con esa foto tan bonita y tan feliz…), pero la historia de la chica y su foto me fue llevando a esto. Y al principio sí tenía en mente una situación de acoso, pero lo cierto es que después me di cuenta de que cuando alguien tiene una herida tan grande no es necesario un abuso para hacerle daño: basta una falta de consideración, de respeto para hacerle caer. Muchísimas gracias a las dos por comentar! Besazos