Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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86. En directo

Todas sus amigas (y también sus enemigas) se habían operado. Era la última locura del mundillo de la televisión. Todas se operaban y la animaban para que también lo hiciera.

—Es “supersencillo” tía, no sé por qué no te animas— le había dicho la becaria del programa.

Eso fue lo que la decidió. La becaria, jovencísima, intentaba escalar posiciones y Carla no podía ponérselo más fácil aún. Además era cierto, la operación era muy sencilla, bastaban dos pequeñas incisiones para acortar ligeramente los músculos faciales y fijar para siempre una sonrisa en el rostro. Sonreír era parte del trabajo.

Dos semanas después se produjo la tragedia. La noticia conmocionó al mundo. Los muertos se contaban por cientos y, al ser Navidad, muchos eran niños.

Desde el plató, Carla dio paso a la becaria, que había conseguido un puesto en la unidad móvil, y la vio paseándose entre cadáveres cubiertos con mantas, luciendo aquella sonrisa imborrable. Sus ojos estaban húmedos y sus labios temblaban, pero su boca sonreía dándole una expresión de máscara bipolar.

Cuando le devolvieron la conexión, Carla se cubría el rostro con las manos, avergonzada.

—Publicidad, nos vamos a publicidad— murmuró el regidor.

32 Responses

  1. Gracias Juan Antonio. Sí que da un poco de grima pensarlo. No tanto porque fueran sonrisas falsas, que de esas ya hay, sino por la imposibilidad de mostrar realmente los sentimientos. Imagínate que uno se enfada y empieza a dar voces con una sonrisa en la cara. No es serio. Muchas gracias por el comentario.
    Saludos,

  2. Muchas gracias Ana. Esa era mi intención, reflexionar sobre la máscara que llevamos todos, y sobre la tiranía de la imagen. Y que mejor espejo que la televisión para hablar de la «imagen».
    Pero también quería reflejar hasta que punto nuestra expresión es una ventana a nuestra alma, y si la distorsionamos, si no mostramos nuestros auténticos sentimientos, es posible que estos sentimientos acaben aletargándose.
    Gracias por pasarte a comentar. Es de agradecer el esfuerzo que haces por comentar todos los relatos. Muchísimas gracias.
    Un abrazo

    1. Efectivamente Juan M., no deberían ser la noticia, pero lo son. Aunque en este relato, más que fijarme en la belleza, me interesaba el tema de la sonrisa falsa e inoportuna. Esa era la máscara del relato y el motivo de que la presentadora experimentada se avergonzara de mostrar el rostro. Se había dejado convencer para operarse y ahora no podía dejar de sonreír. Por suerte aún le quedaba vergüenza para ocultar su rostro.
      Muchas gracias por pasarte a comentar. Abrazos.

  3. Esperanza Tirado Jiménez

    Inquietante. Y bastante real. Resulta curioso ver cómo muchas presentadoras de telediario dan noticias trágicas casi con una sonrisa en la boca.
    Suerte.

    1. Esa era la idea Esperanza, hemos llegado a un punto en que los profesionales de informativos son un producto, o mejor dicho un canal para vender un producto, y por lo tanto deben ser guapos y sonreír, lo de menos es si informan o no. Yo lo único que he hecho ha sido exagerar la nota para provocar la reflexión.
      Muchas gracias por tu comentario. Abrazos

  4. Cuánto me ha gustado, y que pena he sentido. Pena por esas muchachas que creen que van a mejorar y toman estas decisiones. Tu micro aunque llevado al extremo (sonrisa imborrable) me parece que ilustra muy bien un gran problema que acecha sobre todo a los jóvenes.
    Un abrazo.

    1. Me siento halagada, si he conseguido emocionarte. Es cierto que dejarse llevar por lo que hacen los demás tiene riesgos y en eso los jóvenes están más expuestos porque su personalidad aún no está formada. Pero a una edad madura la presión sobre la imagen, sobrestodo para las mujeres, puede llegar a ser muy cruel. ¿Cuantas presentadoras de informativos maduritas hay hoy en la parrilla televisiva? Da que pensar.
      Muchas gracias por tu comentario Asun.
      Abrazos.

  5. Salvador Esteve

    Anna, interesante reflexión, la cara es el espejo del alma y si ésta no se puede reflejar me imagino que debe ser aterrador. Me ha gustado mucho. Abrazos.

    1. Eso fue lo que pensé yo Salvador, imagínate que un día estás realmente triste y tienes ganas de llorar, pero tu cara sonríe. Es para volverse loco. A ese punto era a donde quería llevar a mi protagonista. Si lo he conseguido o no, ya me lo decís vosotros.
      Muchísimas gracias por tu comentario. Abrazos

  6. Creo haber visto sonreír a alguna presentadora (real) del noticiario, al informar de una noticia terrible. Esta becaria se vería más natural si cubriera los eventos de alfombras rojas. Buena historia, buen relato. ¡Suerte!

    Saludos Anna.

    1. Es muy probable que haya sido así, Beto, no me extrañaría en absoluto. Es más, estoy convencida de que se formaría mucho más revuelo si un día una periodista se emocionara en directo ante una noticia terrible, que no en el caso de que sonriera «profesionalmente».
      Muchas gracias por pasarte a comentar. Abrazos.

    1. Pues mira, en las máscaras de teatro griego no había pensado yo, pero me gusta que me hagas esa reflexión. Fijar la expresión, una expresión afable, sonriente, que agrade a los demás, porque agradar es lo que todos queremos y por agradar se pueden llegar a hacer barbaridades.
      Muchas gracias por tu comentario. Abrazos.

  7. María Elena Sánchez Álvarez

    Anna, por desgracia vivimos en un mundo donde algunos se rigen más por los caminos de la moda que por los valores auténticos. Es triste lo que le pasa a tu protagonista, no poder expresar sus sentimientos ante una adversidad.
    Pero lamentablemente, el modelo de imagen que prima está cortado por el mismo patrón y es cierto que en más de una ocasión he podido ver más énfasis en la importancia de dar la exclusiva que en la noticia en si misma aún tratándose de un acontecimiento funesto. En fin un tema controvertido.
    Me ha gustado mucho
    Abrazos

    1. Muchas gracias María Elena, me alegra que te haya gustado. Resulta halagador ver hasta que punto un relato ha generado tantas y variadas reflexiones sobre el mundo de la televisión, sobre las modas y sobre la importancia de la expresión de los sentimientos.
      Un placer compartirlo con todos vosotros.
      Gracias. Abrazos.

  8. Si, es cierto, hay mil ejemplos de programas en los que lo de menos es lo que están diciendo. Pero por lo menos ahí hay una expresión propia, adecuada o no, eso ya corresponde a la libertad de cada cual juzgarlo y apagar la tele.
    Un abrazo Ana

  9. Rafa Heredero

    Imaginativa esa máscara natural, pero tan artificiosa, utilizada para medrar en un mundo ficticio donde importan más las apariencias que otra cosa. Todo vale si somos capaces de mostrar una sonrisa para que todo parezca que va bien. Buen escenario has elegido para esa crítica, y el género de la sátira, aunque ya hay programas que parecen una sátira de sí mismos.
    Suerte y saludos.

  10. Anna, has montado una historia creíble. Basta observar la sonrisa de los presentadores que parece que da gusto la desgracia. Aunque esta bien montada la narración he tenido dos pequeños problemas (míos, seguro), uno, que me despisto con la frase «y Carla no podía ponérselo más fácil aún» No lo entiendo. Y la otra es una tontería pero que también me «echa» del relato: «… se produjo la tragedia» Ese «la» hace referencia a los miles de muertos (me dio esa impresión) o a lo que después cuentas, la sonrisa. Creo que la segunda lectura es más clara. Con cariño. Un acierto la historia de máscaras que has traído.

    1. Hola Javier, muchas gracias por tu comentario. Si has tenido problemas seguro que son míos, ya sabes lo que ocurre cuando tienes una historia muy clara en la mente, que a veces solo la ve clara uno mismo. Para mi, la frase de «Carla no podía ponérselo más fácil aún» tendría sentido en tanto que Carla cree que la becaria podría realmente desbancarla (por ser joven, guapa y tener una sonrisa perfecta) y decide operarse ella también para no ponérselo más fácil aún.
      En cuanto a «la» tragedia, se refiere a los cientos de muertos. Estuve dudando si era mejor poner «una» tragedia, pero creí que ese «la» le daba fuerza al hecho ocurrido (no era «una» tragedia cualquiera, era «la» tragedia que conmovió a todos).
      Gracias de nuevo por ayudarme con tus comentarios. Es así como una se da cuenta de lo que realmente capta el lector.
      Un abrazo

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