Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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38. EN NADA

A veces soy madre de un niño de cuatro años. De un niño de ojos marrones y cabello castaño.  Veo sus manos aferradas a las mías antes de cruzar la calle. Nos imagino a los dos parados en un paso de peatones con la vista fija en el monigote rojo que no se decide a cambiar. Lo veo en el tiovivo, subido en un descapotable azul que parece de juguete. En la mesa de la cocina, torciéndole el gesto a la merluza. Sentado en el baño, con los pies colgando, sin tocar el suelo. Le leo un cuento, sentada en una cama que debería seguir en tu estudio. Ese estudio de paredes grises que una vez fueron azules. Lo observo en el ascensor, de puntillas, intentando llegar hasta el botón del piso tres.

A veces sucede. Está sucediendo ahora. Esas imágenes son solo un destello. Las borro con un parpadeo enérgico. Después, ignoro ese ruido que siento dentro del estómago, semejante al estruendo que provoca aquel que pisa caracoles. Recompongo el gesto. Salgo del baño. Me acerco a la cocina. Me siento delante de ti. Sigo comiendo. Mastico. Mastico. Mastico.

Mastico y me preparo para contestarte.

— ¿En qué piensas?

 

10 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    La vida interior de esta mujer revela un gran dolor, por lo perdido quizá, o por lo que no acaba de llegar, tal vez, tanto da, porque la sensación frustrante tiene el mismo efecto. La intranquilidad que le causa ese vacío se traduce en ensoñaciones y dolor de estómago (genial ese estruendo de caracoles). No comparte esos recuerdos o esos deseos tan reales, en los que se recrea y con los que también sufre, pero no desaparecen por no hablar de ellos. Regresan una y otra vez, dominan su vida y condicionan sus relaciones.
    La breve pregunta final y el título con el que se enlaza es el broche de oro a un relato brillante, como de otra dimensión, que se lee con placer.
    Un abrazo, Arantza

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