46. EN RODAJE (M.Carme Marí)
Ella era como un cochecito acabado de armar. Recién colocado junto a la acera con su chapa de un azul sin estridencias, perfecto para una quinceañera. Preparado para iniciar su andadura, para darle cuerda y que empezara a circular, de momento ella sola pues seguía cubierto el asiento del acompañante.
Por su misma calle algunos vehículos avanzaban ligeros teniendo a los mandos a compañeras de pupitre. Otras de cursos superiores corrían incluso a velocidades de vértigo por la autopista. Pero ella no tenía prisa. Tiempo habría de acelerar y poner a más de tres mil revoluciones el motor. No quería quemarlo y precisar reparaciones, como algún caso que había visto.
Hasta el día en que un macarra de barrio la siguió volviendo del instituto y se encaprichó de esos ojos que eran como faros en la oscuridad, de esas curvas que ya marcaban su cuerpo, de ese brillo que ella guardaba para alguien de su futura elección. Sin compasión, el bracucón le saltó al cuello, arrancó la lona del copiloto y, forzando la llave con forma de un antifaz que no escondía sus intenciones, lo estrenó pisando a fondo el acelerador.
Desde entonces ella sigue en el taller.
Excelente paralelismo entre la joven quinceañera que empieza a ser mujer y el coche nuevo en sus primeros kilómetros de rodaje. Con la aparición de ese energúmeno que desconoce el buen trato que ambos merecen y necesitan. El final acertadísimo.
Molta sort, Carme, i forta abraçada.
Celebro que te guste, Rafa!
Por desgracia hay demasiados energúmenos sueltos. Esperemos que salga pronto del taller.
Gràcies per comentar i un petó.
Carme.
La prudencia, el buen hacer, la lozanía, las ilusiones, todo se puede truncar por la acción de un malnacido, que no conoce ni por asomo (ni le importa) el daño que puede llegar a hacer con su egoísmo y su agresión. Siento apelar a la violencia, pero es una lástima que no hubiera por allí alguien para darle un buen cacharrazo con una llave inglesa, por ejemplo, y que el averiado fuese solo él.
Una vez escuché que el cuerpo humano y los vehículos funcionan de manera semejante. Este relato escrito con maestría lo demuestra.
Un abrazo, Carme. Suerte
Ángel, una situación así requiere una respuesta contundente (adelante con esa llave inglesa!). Me gustaría más ese final para la historia. Contenta quedo si te gustó 🙂
Muchas gracias por pasarte, un beso.
Carme.