60. ENGATUSADOS (Belén Mateos)
Magdalena mientras acaricia a su gato teclea en el móvil el número de su prometido. Le regaló el felino por navidades como adelanto a su compromiso de siete vidas con ella, a la eternidad en un maullido.
Silvestri, así decidieron llamarlo, ronroneaba entre sus muslos, junto al escote pronunciado por el calor sofocante de agosto.
Aullaba, gemía, bufaba, en el momento que Álvaro contestaba a su llamada. Ella, apresurada, cortó la línea, él justo pudo percibir la voz atragantada de su enamorada.
Insistió sin respuesta, a los tres tonos puso el grito en el cielo, maldijo el día en que trajo a casa ese Belcebú, golpeó la pared y estampó el móvil contra el suelo.
Al otro lado de la línea Magdalena estaba intentado que vomitara las pelusas de su pelaje; ya más calmada, se dio cuenta del porqué su gato se erizaba cada vez que su dueño abría la puerta vociferando una cerveza bien fría, gruñendo la cena, escupiendo insultos por no tener sus zapatillas al pie de la cama.
Hoy hay leche en el cuenco, ninguna cerveza en la nevera y quizá mañana haga la cena.
Hoy, Magdalena, recorre descalza su casa en enero.
Qué bien empiezan algunos proyectos compartidos, con la ilusión del futuro como motor, y cómo terminan. A veces harían falta siete vidas, o más, para rectificar los errores.
Un relato de desamor contado con originalidad y, sobre todo, elegancia felina.
Un abrazo y suerte, Belén
Un relato en el que el gato parece representar con sus estados la situación de la pareja. Es una especie de reflejo de la relación. Algunas veces los gatos son los hijos.
Curiosa y magnífica forma de presentar el desafecto entre ambos. Me gusta. Suerte y abrazos, Belén.