ENTCerrona 7: EL PAYASO
Como primera propuesta de abril escogemos esta foto de que nos envió Esperanza Tirado como inspiración para la siguiente ENTCerrona. Nos advierte que la imagen se trata de una marioneta propiedad de Factoría Norte y Tragaluz Títeres, de una exposición de sus fondos, pero nos invita a darle vida si fuera necesario…
Ya sabéis, aqui abajo mismo, y con un máximo de 100 palabras.
El corazón
No le bastó con pudrir mi inocencia desde las pesadillas, con robarme la paz y la risa de los sueños, con manifestarse y materializarse en modas trágicas y absurdas. Ayer, movido por tétricos hilos rencorosos, me mordió otra vez. Ya sólo me queda un dedo para defenderme, y no es el índice que le acuse ni el pulgar que le aplaste.
El gran payaso
Jerónimo tenía complejo de bajo. No en vano medía 1,55, cuando ya había superado la etapa de crecimiento. Pero todo lo que tenía de escasez de estatura se veía superado pord lo gran parlanchín que era, un verdadero encantador de serpientes. Él era consciente de su habilidad para transmitir y convencer con simpatía, con lo que se le ocurrió ir a una Escuela de Payasos, cercana a su domicilio. Traspasó el umbral con muchas dudas porque no creía que pudiesen existir centros de ese tipo. Enseguida se le terminó el escepticismo, al ver unos quince hombres disfrazados, en posiciones inverosímiles y con la cara pintada de blanco, el pompón rojo en la nariz y una sonrisa bobalicona dibujada en sus rostros. Al fijarse en Jerónimo, soltaron una estruendosa carcajada. Los más engreídos se preguntaban qué pintaba allí semejante retaco. El aspirante a payaso les respondió con la risa más estruendosa y contagiosa que se pueda imaginar. No necesitó nada más para conquistar el corazón de todos.
Perdón,no me he dado cuenta del máximo de 100 palabras. Me he dejado llevar por la escritura…
Versión reducida a 100 palabras:
El gran payaso.
Jerónimo tenía complejo de bajo. Medía 1,55. Pero todo lo que tenía de escasez de estatura se veía superado por lo gran parlanchín que era, un verdadero encantador de serpientes. Él, consciente de su simpatía, decidió acudir a una Escuela de Payasos. Traspasó el umbral con muchas dudas. Enseguida pudo ver a unos quince hombres disfrazados, en posiciones inverosímiles y con la cara pintada de blanco, el pompón rojo en la nariz y una sonrisa bobalicona dibujada en sus rostros. Al fijarse en Jerónimo, soltaron una carcajada. El aspirante a payaso les respondió con otra totalmente contagiosa. Así les conquistó.
Hola, María José.
Eres el manantial inagotable, el rayo que no cesa. Y triunfas con tu texto (para la galería de coleccionistas) lo mismo que Jerónimo, jau, el bajito aspirante a payaso. Nada mejor para superar los complejos que empezar por reírse de uno mismo: el alma de tus palabras, que gozan de una acústica máxima. A ti sí que no te falta estatura. Buen finde.
Querido Eduardo, gracias por tus palabras, siempre cariñosas. Ahora quiero aprovechar para preguntarte si eres tú el Eduardo Martín que quedó finalista en Wonderland. Si es así, quiero darte la enhorabuena puesto que me consta que hace muy poco que has empezado a enviarles microrrelatos. Es un gran logro, que no me sorprende, viniendo de un gran escritor como eres tú.
Besos y abrazos.
María José
El mismo que viste y calza, Mª José. Ya me cabe el honor de ocupar el lugar que otros, tú, tu Jesús… y otros compañeros/as han conseguido también; la verdad es que conté con la ayuda de una lectora y maestra muy especial para mí. Y qué curioso y placentero, al primer intento. Conque me he animado. Me han animado esas bellas gentes del Wonderland, esa simpática, cariñosa y aguda Rosa Gil, sobre todo. A nadie le amarga un dulce. Lo que dices de mí me conmueve y me ayuda mucho, muchísimo a la hora de darle al teclado y, sobre todo, al de la mente. Muchas gracias. Un abrazo estratosférico para los dos.
Cuando murió Fofó.
Me encantaban los payasos. Siempre me hacían reír, incluso los llorones como Charlie Rivel. Recuerdo un viaje escolar especial: nos llevaron a una grabación de los payasos de la tele. Nos reunimos con niños de otros colegios y cantamos con Gaby, Miliki, Fofó y Fofito. Después nos invitaron a una gran merienda, con mucha Fanta y sandwiches de nocilla y tarta… Y nos hicimos fotos con todos.
Desde entonces me disfrazaba de payaso en carnavales y actuaba en todas las fiestas de cumpleaños.
Cuando murió Fofó me pilló en una de esas actuaciones. Mi apariencia ya no volvió a ser la misma. Y nadie me quiso contratar de nuevo. Decían que el payaso feo hacía llorar a los niños.
EL AUTÓMATA
Desde la cocina oigo a madre e hija riendo mientras el payaso hace sonar los platillos. Me uno a ellas y le digo a Esperanza:
– Veo que le pusiste las pilas nuevas que dejé preparadas en la estantería.
– ¿Qué pilas? … ¿estas? – me dice señalándolas. Siguen donde yo las dejé, al lado de las gastadas.
Palideciendo miramos al payaso, que nos guiña el ojo con una sonrisa diabólica.
Hola, Juan.
Una de las escrituras más augustas, egregias, insignes que he podido conocer en los últimos años. Y una de las más potentior personae. Un texto como para morirse de risa. Lo mismo los mataba de risa, el payaso. Texto inquietantísimo. Un abrazote sardónicamente admirativo. Y bue finde también.
Hola, Juan.
Contigo me quedo siempre corto: a las pruebas me remito. Tomo nota, pues tus palabras son como medicina de la buena. Y no te pienses que soy un pelotillero: no hay tal; lo que ocurre es que me gusta administrar la que tengo para mí como justicia placentera. Mas justicia al fin y al cabo. Justicia distributiva. Y sí, enhorabuena a Esperanza por su propuesta. A ver si se me ocurre algo para hacerle honor. Y a ti. Y a vosotros todos. Algo que esté a la altura porque con esto de la campaña de la renta y demás… Un admirado abrazote, el de un caballero de tu corte.
Hola, M. Carme.
El muñeco interactuando con las humanas y guiñándoles una sonrisa inquietante. Un texto genial. Buen finde.
TRAGICOMEDIA
El periodista volvió a repasar sus notas, tenía mucho respeto por el personaje que acaba de entrevistar. Se debatía entre resaltar su excelente carrera profesional o centrarse en el amargo y desconocido pasado que se le acababa de revelar.
La revista apareció titulada “Venganza”, haciendo bueno el principio de que los titulares que no despiertan morbo no venden. El artículo comenzaba así: «Mi padre siempre me decía que dejara de hacer el payaso…». El lector esperaría una historia de revancha, pero en su lugar, encontraría el irónico relato de un destino.
TEMOR La pequeña Eulalia tenía terror a los payasos desde que sus hermanos le prestaran un libro de «Pesadillas» en el que aparecía una marioneta diabólica con cara de payaso. Desde entonces se negaba a ir al circo y cambiaba de canal en la tele cuando aparecía algún payaso. Pero esta fobia sólo la conocían su familia y sus amigos íntimos. Una amiga de su madre se quedó estupefacta cuando en su cumpleaños le regaló un payaso y la niña le ofreció, en vez de una sonrisa, un terrible llanto y lanzó con rabia el muñeco a la basura.
ERNESTO, EL PAYASO.
Ernesto es alto y espigado. Tiene un alto concepto de si mismo, porque de pequeño leyó un libro titulado «la importancia de llamarse Ernesto». Por eso no le gusta que le llamen payaso. Nunca le ha gustado. En todas sus actuaciones le presentan como clown, aunque lo único en lo que se fija su público es en su nariz roja y sus zapatones, los mismos con los que tropieza una y otra vez.
Payaso y antropófago
Lo trajo a casa la niña, y lo acogimos a como a un hijo. Pero empezó a sacar lo zapatones del cesto y, poco después, también sacó los dientes.
Sin darnos cuenta desapareció mi suegra —tardamos en echarla de menos porque nos tenía acostumbrados a sus fugas discontinúas con el INSERSO—. Luego, el perro dejó de salir a mi encuentro al volver del trabajo. Y nuestra vecina ya no llamaba, como solía, a la hora de la comida.
Ahora me pregunto qué habrá sido de mi esposa e hija. Deseo creer que salieron de compras. Aquí llega este… ¡Aghgggggh!
CUMPLEAÑOS FELIZ.
Desde mi escondite estoy grabando a mamá, que ayuda a cambiarse al payaso que va a actuar en mi cumple. Está muy contenta y se besan, luego le pinta.
Le quita la camisa y se pone de rodillas, le baja el pantalón, jo, tiene una pilila más grande que la mía, esconde la cabeza en su tripa y cabecea, le está haciendo cosquillas, pues la sonrisa del payaso es de oreja a oreja y él le pone las manos en la cabeza para que se las siga haciendo.
Cuando venga papá le diré, mira, ya se grabar con la tablet.
Y papá y mamá van a estar encantados con que el niño sea tan «apañao» :-))
Qué vuelta le das al payaso, jaja.
Muy bueno.
Un abrazo.
Carme.
Para tu fiesta de cumpleaños
encargaré globos
claro que sí
un par de payasos
de los que no se descojonen porque sí, eh
dos botellas de tequila
de las que no nos dé por llorar
unas jaulas de cerveza
compartidas
y un beso con sabor a alcohol