73. ENTRE LAS HERIDAS Y EL MIEDO UN RAMITO DE ORQUÍDEAS (Belén Mateos)
Rebeca se viste cada noche con un oscurecido camisón, con el recuerdo de las sábanas suspendidas en su piel, con el aliento sonrosado y la mirada al techo de su imperfección.
Se inventa amantes, se imagina entre las aguas de sus brazos, en el límite insensato de la discreción, en la serenidad de sus enaguas y en el decoro de su vecindad.
Aurelio, cada día le envía flores, mensajes manuscritos en una tarjeta con aroma a orquídeas, con el membrete sellado en la saliva de una promesa y el deseo de ser correspondido tras su luto.
Ella cuelga en el tendedor sus heridas, la soledad, el ansia de un nuevo comienzo, la sangre de saberse fértil todavía, los recuerdos entre sus muslos, la savia de una nueva hombría.
Él le deja en su buzón sus miedos, sus intenciones, el calibre lacrado en la oferta de un nuevo comienzo.
Rebeca frunce el ceño, es alérgica a las orquídeas, a los nuevos inicios, a esa letra que le invita a volver a sentir la vida, a las cartas furtivas de su vecino.
Destiende la ropa, la clasifica según la humedad de sus recuerdos, después, pliega su silencio, vuelve a imaginar y tiembla.
Tan cerca y tan lejos. Dos islas próximas, pero condenadas a no encontrarse por un empujón final que necesitaría él, por un pensar menos y dejarse llevar que tal vez le vendría bien a ella. Dos personas sensibles, solitarias y sufrientes que si uniesen fuerzas tal vez lograsen el prodigio de ser una sola. Al menos, nos gustaría que lo intentaran, pero es cosa suya, ni siquiera de su autora, porque los personajes bien construidos tienen vida propia, él con sus heridas y ella con su miedo.
Triste historia de un desencuentro, de lo que podría ser y no llega a materializarse.
Un abrazo y suerte, Belén
Tan cerca, tan lejos… tan intenso que a veces renuncias a ello.
Muchas gracias Ángel por cada una de tus palabras, por ese sentimiento que haces verbo, por tu presencia siempre, por tu apoyo y cariño incondicional.
Un abrazo tan grande que seguro llega a Madrid.
Los desencuentros son tristes… (pobre Rebeca, que cuelga en el tendedor sus heridas, y pobre Aurelio, con el membrete sellado en la saliva de una promesa), pero dan ganas de empaparse de ellos si es leyendo tu prosa poética.
Un beso, guapa.
Carme.
Hay días que te empapas de sus vidas y ellas lagrimean. Otras tienen vida propia y sellan el menbrete de un desencuentro.
Pero siempre la lectura enriquece lo escrito.
Por ello muchas gracias rebonita Carmen.
Besos de colores.
Poesía en prosa. Desencuentro hecho belleza. Querer y no poder. O poder y no querer. Dan ganas de darles un empujoncito.
Muchas gracias por tan acertada aportación al texto.
Cualquier día les damos ese empujoncito.
Un abrazo grande Edita
Que sucesión de imágenes tan evocadoras, y ese final incierto que sin embargo no te deja indiferente.
Suerte Belén!!
Un beso grande!!!
Mucahas gracias por tus evocadoras palabras Juancho.
Esos finales que cada uno hace suyo..
Besos grandes.
Hay muchos obstáculos entre ellos dos, aparte de esas orquídeas, pero ninguno insalvable. Confío en que entre los dos encuentren el modo de poder estar juntos. Precioso, Belén. Un abrazo y mucha suerte.