Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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40. Envidia mohosa

—¡Pero será posible que no sepas aún que lo más rico es lo verde?

Mi padre se desespera al verme desmigajar un trozo de Roquefort.

—Al precio que tiene te lo vas a comer todo, lo blanco y lo verde, que en esta casa no entrarán quesos de esos que no saben a nada.

La mueca de desdén que hace no deja lugar a duda, aquellos otros quesos a los que se refiere son holandeses. Nadie sabe el porqué de su aversión hacia Holanda y, en general, hacia todos los países más al norte que el nuestro.

—Sus quesos son tan insípidos como sus tulipanes faltos de gracia. ¿A que cuesta saber si un tulipán es de verdad o de plástico?

Como la única razón de vivir de mi hermano es la de molestarnos a todos, dice que Ámsterdam es la ciudad más molona del mundo.

—Para los yonkis como tú —gruñe mi padre.

A la abuela le gustaría contarnos que en 1945 salvaron a su padre gracias a un descubrimiento llamado penicilina. Y a mi madre, que la vecina del tercero se ha apuntado a un viaje para ir a ver auroras boreales. Pero se quedan calladas.

 

4 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Todos tenemos alguna obsesión y para todas ellas existe un motivo, otra cosa es que se sea consciente de la causa o. si se es, que se quiera reconocer, pues quedaría desmontado el discurso, que ya forma parte de esa persona y de esa fuente de muchos males que llamaos orgullo. Muchos de los prejuicios tienen su origen en la envidia, como bien reza el título.
    Un relato sobre pequeños detalles y grandes manías, también acerca de los silencios para asegurar la convivencia. Hay personas a las que no se puede contradecir aunque lo que digan sea cuestionable y rebatible, por aquello de tener la fiesta en paz.
    Un relato que parte de lo pequeño y se expande a lo grande.
    Un abrazo, Dominique. Suerte

  2. Dominique

    Gracias, Ángel…¡ay, los prejuicios!… ¡cuánto daño causan!… ¡y qué pena cuando callar parece ser el único medio de tener la fiesta en paz!… silencios mohosos podríamos llamarlos.?

  3. Los cultores del microrrelato solemos decir decir que hay que saber callar a tiempo, pero viendo la actitud de la madre y la abuela, que es totalmente entendible y en aras de evitar cualquier disgusto, creo que es una pena que no hayan sabido hablar a tiempo con el hijo/nieto para blanquear las cosas, porque otra hubiera sido la historia y quizás no hubiera existido esa aversión visceral del hijo/nieto a los quesos holandeses.

    No sé que me gusta más: si el roquefort, con todo su verde y su blanco, o esta historia de omisiones y aversiones tan hábilmente contada…

    Felicitaciones, DOMINIQUE.

    Un beso,
    Mariángeles

    1. Dominique

      Gracias, Mariángeles, y sí, hablemos cuando aún se está a tiempo. En cuanto al queso Roquefort, lo blanco y lo verde, delicioso todo. ?

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