37. Epílogo de un viejo lector
Ya apenas habla. Pasa las mañanas hundido en una silla de ruedas, delante de un aparato muy ruidoso, y las noches en su cama de la residencia, donde alguna vez le viene el recuerdo de aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo, aunque no está seguro de lo del pelotón de fusilamiento; o recuerda que un verano estuvo en un lugar de La Mancha, de cuyo nombre quiere desesperadamente acordarse, pero no se acuerda; o le parece que en una ocasión le dijo a su jefe, el director del banco, que preferiría no hacerlo, pero no sabe si al final lo hizo, lo hicieron; y hoy, que hay dulces y guirnaldas y les han puesto un gorrito porque es Nochebuena, tiene una vaga memoria del espíritu de las navidades pasadas: un ser vestido de blanco que repitió varias veces un apellido alemán que ha olvidado del todo. Y por fortuna, también ha olvidado cómo desde entonces las semanas se encadenaron a las confusiones, los meses a la desorientación, los años al pantano donde realidad y ficción se revuelcan juntas en un mismo fango de desmemoria y silencio, el horror, el horror.
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Un homenaje a la literatura a través de la mención de grandes obras, que al mismo tiempo es una tabla de salvación, lo último que parece quedar a este viejo lector en su epílogo. El hecho de que fantasía y realidad se confundan en su mente es probable que le desoriente, pero también le aferra a la vida, a sus mejores recuerdos, a lo que más ha llenado su espíritu. El cuerpo se deteriora siempre, algunos queremos creer que tenemos alma y que es inmortal.
Encantado siempre de leerte.
Un abrazo y suerte, Ana.
Muchas gracias por el tiempo que tan generosamente siempre empleas en desmenuzar los relatos y encontrar todo lo que de bueno puedan tener.
Y sí, si alguna vez llega el deterioro cognitivo, espero que los mundos que he ido almacenando dentro durante años afloren para darme consuelo.
Un abrazo grande y gracias por tus buenos deseos.
¡Hola Ana!; Ángel ha comentado tu maravilloso relato de esa manera que él sabe hacer tan completa, paso a paso y sin olvidar nada; algo que todos esperamos cuando enviamos el nuestro. Quería decirte que mi angustia ha ido en aumento mientras leía este epílogo hasta convertirse en ese «horror, horror». Nos leemos.
Si hubiese un premio a los comentarios, Ángel lo ganaría año tras año por su interés incansable en analizar los textos siempre de forma positiva. Isabel Cristina, muchas gracias a ti también por pasarte a leer y comentar.
Entendí que la situación narrada no podía terminar en nada que no fuese ese «horror», aunque aquí no llegue por una claridad final, sino por todo lo contrario.
Uffff, es durísimo pero me ha encantado. Enhorabuena!!
Sí, la situación que se cuenta es muy dura, cierto. Me alegra saber que a pesar de eso te ha gustado. Muchas gracias por la visita y el comentario, Susana.
Tu protagonista ha atesorado lecturas a lo largo de su vida, pero cuando llega el olvido solo le queda el horror. Excelente micro, Ana. Enhorabuena y mucha suerte.
Muchas gracias por pasarte a leer y por tus buenos deseos, Pilar. Un abrazo.
Qué maravilla. Espero leerlo de nuevo en papel
Tenía que tener el sello Fúster.
Felicidades.
Cómo me alegra que te guste, Yolanda. Ya sabes que el camino al papel es complicado, pero te agradezco tus buenos deseos. Un besazo 😘
Hola, Ana. Este tipo de textos lúdicos, que toman prestadas frases en cursiva de otros textos famosos, me gustan especialmente por todo lo que su intertextualidad nos permite leer y contar… En este caso, en el que me ha tocado disfrutarlo como lectora, asistimos al devenir de la vida (o no-vida, debería decir, más bien), de un anciano internado en una residencia geriátrica, que sufre de Alzéimer. La ocasión de que se le aparezcan y mezclen tantas frases, imágenes y recuerdos de los libros que en su momento supo leer, es la celebración de la Nochebuena, por eso hay guirnaldas, y dulces, y le han puesto un gorrito… La imágen es tierna y terrible, dulce y amarga a la vez, «el horror, el horror», de un «corazón en las tinieblas» de la vida…
Me gustó más que mucho.
Cariños,
Mariángeles😇😇
Toda la razón, la intertextualidad y la metaficción dan mucho juego siempre. Muchas gracias por la lectura minuciosa y el tiempo empleado en el análisis que haces en tu mensaje. Un abrazo, Mariángeles 🤗