24. ESPEJISMOS
Prudencio era natural de Villaenfados, un pueblo fantasma, las calles siempre estaban desiertas, desde hace años, los vecinos no se hablaban, no se miraban a la cara. Vivían en una guerra continua, se mataban por un trozo de tierra. Constantemente sembraban odios y rencores que no tardaban en convertirse en enormes desgraciadas. De ello podía dar fe Prudencio, a su padre, un mal día, se lo tragó la tierra. Su madre se tomó la justicia por su mano y, después, también desapareció. Con estos antecedentes, estaba seguro de que nada bueno podía sucederle pero, repentinamente, su suerte cambió, los ojos se le hicieron chiribitas cuando los directivos del reality show más famoso de la televisión le hicieron una oferta que nadie, en su sano juicio, podía rechazar. Como había sido testigo de hechos espeluznantes, sólo tuvo que narrarlos sin escatimar detalles.
Con los bolsillos llenos, regresaba a casa más contento que unas castañuelas cuando, al cruzar la calle, un coche lo atropelló. Agonizando en el asfalto aún tuvo tiempo de pillarse el último enfado de su vida. El conductor, hecho una fiera, le vomitó todo tipo de insultos mientras aprovechaba para dejarlo sin blanca.
Hay quien, por nacer en un lugar concreto, está predestinado de una forma o de otra, en este caso, para lo peor, porque la ira nunca trae nada bueno. Lo peor es que debe de ser muy difícil salir de ese círculo fatal, si no, que se lo digan al pobre Prudencio.
Espero no equivocarme, Almudena, al pensar que te conozco de otros lares. Bienvenida y me alegro de leerte también por aquí.
Un abrazo
Eres muy generoso Ángel, no solo lees nuestros relatos, además nos regalas unos comentarios siempre muy interesantes y acertados.
Sí, no te equivocas, ya nos conocemos…el mundo de los microrrelatos es un pañuelo.
A mí también me alegra mucho reencontrarme contigo.
Muchas gracias por todo.
Un abrazo.
Me dejas pensando en quién irá ahora al «reality» para seguir contando historias, incluida la de la muerte de Prudencio. La ira, sobre todo con resultados cruentos, se vende demasiado bien en el mundo real… y se paga, por supuesto. Gracias por el relato, Almudena. Suerte y abrazos.
Muchas gracias a ti Rafael por leer el relato y por tu comentario.
Sí, es muy triste todo, se hace espectáculo de las desgracias y hay gente que se lucra de ello. Muy desmoralizador, la verdad.
Un abrazo.
Cuando uno intenta rentabilizar las desgracias acaba convirtiéndose en un desgraciado pero en el peor sentido de la palabra. Has creado un personaje a la altura del pueblo en el que ha nacido, que no se da a querer por el lector y que acaba siendo víctima de alguien que practica su misma moral. Mucha suerte con este relato, Almudena.
Es muy cierto todo lo que dices, Alberto. Muchas gracias por leer el relato y por el comentario tan interesante que haces, yo no lo hubiese explicado tan bien.
Un abrazo.
Buena propuesta con ese personaje tan curioso. Bien narrada esta historia, espero que tengas suerte con ella. Un abrazo, Almudena.