118. Esperando el autobús
Cerró con cuidado la puerta de casa para no despertar a su padre y salió corriendo, apretando con fuerza su monedero rosa. La estación de autobuses estaba a la vuelta de la esquina. Cuando llegó, fue a la ventanilla de venta de billetes y esperó su turno. “¿Me da un billete para el cielo, por favor?” El vendedor tuvo que asomar el cuerpo porque sólo veía dos manitas: una agarrada al mostrador y la otra enseñando un billete verde de 100 euros. La vocecita volvió a repetir esperanzada: “¿Me da un billete para el cielo, por favor?”
El vendedor salió del mostrador y, acariciando su pelo, le dijo: “Anita, el autobús para el cielo salió ayer; no volverá a pasar hasta el mes que viene.” Le secó con cariño los lagrimones que le caían por la cara y la sentó con él tras el mostrador. “Ayúdame mientras papá viene a buscarte». “¿Y mamá? ¿Volverá en el próximo autobús?” “Eso es más difícil, cariño. Ese autobús no tiene viaje de vuelta”.
Isabel, muy emotivo tu relato.
Me gustó.
Sinrisas mil
Manuela
Muchísimas gracias por tu comentario, Manuela. Millones de sonrisas para ti. Besazos
Precioso, Isabel.
Mucha suerte.
Tu comentario ya es una suerte. Muchísimas gracias, Rafa.