48. Estaciones
Hay personas que, como algunas ciudades, siempre tienen una nube gris encima. Su vida es de una humedad constante: cuando no les toca sirimiri les toca tormenta y en las épocas en que encadenan borrascas es mejor no acercarse a ellas. Otras personas, sin embargo, son luz. Y no porque se libren de amarguras (la vida, ya lo sabes, es muy puta), sino porque se esfuerzan en posar una mirada rosa sobre los días, buscando convertir cualquier tiempo en verano.
Elena lleva cuatro meses de duro invierno, arrastrando una tristeza que no se le despega. Todo se le hace charco: el hospital, el trabajo, la casa vacía… Todo menos el viaje en bus para ver a su padre en el hospital. Cada mañana Ricardo, el conductor, le ofrece su amplia sonrisa y le recuerda que también existe la primavera. Hoy Ricardo se ha lanzado y le ha dicho que quiere quedar con ella. Aunque sea para un café rápido; aunque sea de máquina de hospital. Elena ha sentido un calorcito tibio en su corazón y le ha dicho que sí. Al final, quizá también sea verdad para ella eso de que tras la tormenta termina saliendo el sol.
Me gusta la asociación que hacer entre las estaciones y la vida de la mujer. Ha quedado redondo.
Aunque mientras lo leía, yo que vivo en la España seca, mi mente respecto al mal o buen tiempo ha sufrido un cambio, está todo el día pensando en la bondad del “mal tiempo”,! Que vengan las borrascas, por favor!
Hola Rosa, no había pensado en ese punto de vista de la España seca. Yo vivo en Galicia y aquí llueve hasta en verano. Te deseo lluvia entonces, pero nada de temporales: mejor lluvia fina, constante, que va empapando poquito a poco la tierra (sin arrastrar ni romper, como los malos temporales) y que vaya llenando los ríos y quitándole la sed al campo. Un abrazo y mil gracias por comentar.
Qué bonito, Isabel, tan poético. Y además tan cierto, esa distinción entre personas grises y de luz. Yo tiendo más bien a lo grisáceo, no lo puedo evitar, es herencia de mi padre y la tengo grabada en el disco duro, pero procuro recordarme a menudo que tengo que ponerme las gafas de mirar en rosa y seguir intentándolo, algún que otro ratito lo voy consiguiendo.
Mucha suerte y un abrazo.
Me hace mucha ilusión que te haya gustado, Ana María. Creo que casi todos pasamos etapas en las que nos cuesta encontrar la luz y siempre nos resulta más fácil si las personas que nos rodean nos echan una mano y nos prestan sus gafas rosas. Muchísimas gracias por comentar. Un abrazo!
Isabel, es cierto que hay personas nubosas y otras soleadas, y que además la vida a veces nos hace sufrir. En el caso de Elena se han juntado las dos circunstancias.
Espero que al final salga el sol y pueda ser feliz.
Un micro sobre la desesperanza y la posibilidad de remontar el vuelo.
Un abrazo y suerte.
Muchísimas gracias por tus palabras, Rosalía. Un abrazo!
Por muy negros que estén los nubarrones siempre hay un atisbo de luz al que aferrarse. Apabullada por las circunstancias, tu protagonista encontró una sonrisa no buscada y providencial, haciendo bueno aquello de no hay mal que por bien no venga.
Un abrazo y suerte, Isabel
Hola Ángel: con suerte, Ricardo será un ángel de la guarda para Elena y le ayudará a sobrellevar la tristeza y los tiempos duros por tener a su papá enfermo. Tú también eres un ángel de la guarda para ENTC y nosotros: Mil gracias por tus palabras y por estar siempre ahí con tus comentarios. Un abrazo!