21. Estrellas fugaces (Javier Igarreta)
Matías sufrió idéntica alineación astral que otros niños de la posguerra. Evidentemente no nació con estrella. Su padre se eclipsó antes de conocerlo y, tras la prematura muerte de su madre, quedó al cargo del tío Guillermo. Aquel solterón, huraño y montaraz, escudriñaba constantemente el cielo. Para vislumbrar el tiempo o sabe Dios qué. Con él aprendió a distinguir los diferentes pájaros y sus cantos, y a extasiarse ante el majestuoso evolucionar de las rapaces. Hasta el arte de volar cometas. Aquellos meses de felicidad hicieron más cruel su posterior ingreso en un orfanato. Años después salió de allí, rebelde contra todo. Su vida se convirtió en un continuo vagar por ambientes marginales. Para cuando Armstrong y Aldrin echaron por tierra el romanticismo del misterioso satélite, Matías había aprendido que su destino no dependía de los astros. Estando sumido en un agujero negro, lo reclamaron desde el pueblo. El tío Guillermo se debatía ajeno a todo, flotando en los últimos vestigios de sí mismo. Una noche de agosto, mientras miraban el firmamento estrellado, centelleó vertiginosa una perseida. El viejo, hasta entonces impasible, le miró con ojos acuosos, mientras repetía excitado: “¡Matías, la cometa, tensa la cuerda, tensa la cuerda!”.
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Somos la suma de muchas cosas, las circunstancias nos condicionan y moldean. Tu protagonista tuvo que jugar con malas cartas, su vida azarosa y dura le hizo rebelde, al margen de la gente de bien. Pero pese a todo, sus mejores vivencias, compartidas con otro ser solitario, reslandecen como una estrella cuando la única persona que se ocupó de él se marcha. Todo pasa: las estrellas, las cometas y las personas, pero afectos e ilusiones siempre dejan una estela.
Un relato emotivo en el que un destello de amistad, agradecimiento y esperanza se abre paso al final entre largos avatares oscuros.
Un abrazo y suerte, Javier
Tienes razón, son muchos los factores que van conformando la manera de ser de cada uno y sus comportamientos. Al final lo que importa es ser capaz de encontrar la manera de vivir con decencia, respecto a uno mismo y los demás. Muchas gracias por tu comentario, Ángel. Un abrazo.
No nacer con estrella marcó a Matías en el peor de los sentidos y eso se reflejó en su vida de azares y orfanatos, pero esa estrella que le faltó al nacer la tuvo de carne y hueso, en la persona luminosa del tío Guillermo, a quien encuentra al final de su vida detenido en la niñez, queriendo enlazar con la cuerda un cometa que no es de papel, precisamente…
Muy emotivo tu micro de estrellas fugaces, Javier.
Besos desde la Patagonia Argentina.😘😘😇😇
Muchas gracias Mariángeles por comentar mi relato. Está claro que las circunstancias adversas de sus primeros años fueron un serio hándicap para Matías. Tampoco sabemos qué hubiera sido de él de haber seguido volando cometas, junto al tío Guillermo. Al menos, al
final tuvieron ocasión de compartir unos momentos vitales. Muchas gracias y un fuerte abrazo.😘😘
Bien podía haber crecido al lado de su tío Guillermo ambos habrían salido ganando porque cuando regresó ya era tarde. Suerte!
Quizás sí, pero al parecer algo impidió que siguieran compartiendo una vida tan idílica. Las circunstancias de la vida,a veces pesan demasiado.
Muchas gracias, Manuel, por leer y comentar mi relato. Un fuerte abrazo.
Los inicios de una vida determinan en gran manera el futuro, y el de Matías vino influído por la mala estrella. Menos mal que se cruzó con un personaje ensoñador, solitario y lleno de enseñanzas. Él le aportó los mejores años de su vida sus conocimientos sobre el Universo. Un abrazo