36. Eva (Jerónimo Hernández de Castro)
Los edificios inteligentes presentan una capacidad sin límites para retener el polvo. La responsable de limpieza y mantenimiento lo sabe bien y cuida con atención la sala donde se exponen los artilugios a los que debe su trabajo. Todos funcionan y ofrecen un recorrido didáctico por la historia de la tecnología, desde los androides más primitivos con tareas programables, a los cíborgs más evolucionados, ya dotados de una rudimentaria inteligencia artificial. Ninguno, como es lógico, alcanza el nivel de conciencia de sí mismo que apareció en sistemas posteriores; similares al que, ubicado físicamente a cientos de kilómetros, es propietario legal, gestor y principal mecenas del museo donde se exhiben los modelos que le precedieron.
La plantilla es escasa. Ella y su compañero son los únicos trabajadores humanos de la entidad, nacidos sin mediar gestación femenina, como todos los habitantes del planeta.
A veces, mientras ponen a punto aquellos cacharros, comentan cómo será eso de tener antepasados.
Un mundo en el que los androides han alcanzado tal grado de perfección que dominan la sociedad. Los humanos aún tienen cabida, pero parecen ocupar un papel secundario, en un estrato inferior, con una inteligencia más básica, la creación ha superado al creador. En este mundo las personas son fabricadas, sin crearse los lazos entre madres e hijos y otros que caracterizan a nuestra especie; tanto tiempo ha debido de pasar sin que eso suceda que tu protagonista no concibe que en algún momento existieron familias, descendientes, ancestros y árboles genealógicos. El título evoca a la primera mujer, que al fin y al cabo también fue una creación al no ser gestada por otra, cerrándose así un círculo, un final definitivo tal como fue en su inicio.
Un relato muy imaginativo que invita a pensar; un futuro posible, dibujado a través de las letras.
Hacía tiempo que no te leía y me alegra hacerlo.
Un abrazo y suerte, Jero
Muchas gracias Ángel! De nuevo en este mundillo intentando escribir un poquito. Tu comentario me alegra enormemente. Un fortísimo abrazo y muchas suerte
Hola, Jero:
No tienen antepasados, pero quizás Eva y su compañero puedan tener descendencia y convertirse ellos mismos en antepasados. ¡Ojalá!
Un saludo y suerte.
Qué interesante Rosalía! Continuará la historia? Esperemos que sí. Un abrazo