Esta Noche Te Cuento. Concurso de relatos cortos

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4 EVEREST

Ha pagado un dineral: diez sherpas y toda la infraestructura y material necesarios para colocarlo en la cima del mundo.

Casi no ve nada enfundado en la escafandra con su pequeño visor. Asciende sin mochila aspirando oxígeno de las botellas que le van renovando continuamente. Le proporcionan exquisito avituallamiento.

Encordado, tiran de él.

En tres días pisa la cumbre. Extasiado, observa el imponente paisaje.

Angmar Rita va detallando todas las cumbres que le rodean: ahí el K2, allá el Nanga Parbat, al otro lado el Makalu y los Gasherbrum. Grandioso. Para eso ha pagado.

Le sirven café caliente con bollos de Katmandú.

De pronto, el Lhotse y el Annapurna se descuelgan, cayéndose al suelo, dejando al descubierto una tramoya de cuerdas y poleas.

Se oye un grito estentóreo: “No me puedo fiar de vosotros, inútiles. Subid cualquier cosa y tapad el agujero”.

El engreído escalador observa atónito cómo en el gran hueco del inmenso escenario hay ahora una playa caribeña con palmeras.

Los supuestos sherpas han desaparecido. En su lugar un par de operarios recogen todo sin importarles lo más mínimo que el turista millonario se retuerza en el suelo intentando quitarse el traje espacial mientras se orina encima.

2 Responses

  1. Ángel Saiz Mora

    Dicen que con dinero se puede conseguir cualquier cosa y todo resulta más llevadero, hasta la pendiente más empinada. Pero nada es perfecto. Hay cosas que no se pueden comprar, como la autenticidad o los sentimientos sinceros. Los montajes artificiosos, por mucha voluntad que se ponga, terminan cayendo, tanto más cuanto más alto se ha pretendido subir.
    Me tomo la licencia de señalar también los dos adjetivos con los que Rafa, más escueto y certero que yo, califica tu relato.
    Un saludo y suerte

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